Conseguir una casa digna puede ser difícil para las personas que viven en zonas rurales aisladas de Chile. En general, las viviendas no cuentan con un buen aislamiento, están hechas con materiales inadecuados, no tienen conexión a servicios básicos como electricidad y agua, ni instalaciones sanitarias adecuadas, y las personas suelen vivir hacinadas.

Las inversiones del Gobierno en vivienda e infraestructura, normalmente, han beneficiado a la mayoría de los chilenos y chilenas (87 por ciento) que viven en pueblos y ciudades. Por este motivo, se estableció el Programa de Habitabilidad Rural, que ofrece financiación y asistencia técnica a personas que viven en comunidades rurales de menos de 5.000 habitantes, para que puedan construir una casa nueva o mejorar las que ya tienen.

En Chile hay una escasez de viviendas, y el Programa de Habitabilidad Rural es parte del Plan de Emergencia Habitacional más amplio del gobierno, para construir más casas en todo el país. La dirección del programa está a cargo del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, y la implementación se lleva a cabo a través de su División de Política Habitacional.

El programa se lanzó en 2016 y, hasta ahora, se construyeron o renovaron más de 10.000 casas, lo que mejoró la calidad de vida de cerca de 40.000 personas. La meta es llegar a 11.298 casas para diciembre de 2025.

El proyecto en la práctica

La municipalidad, en colaboración con departamentos gubernamentales locales y regionales, identifica y aborda a las familias que podrían cumplir los requisitos para el programa. Las Entidades de Gestión Rural (EGR), que pueden ser organismos públicos o privados, son otro actor importante del programa: también identifican potenciales beneficiarios y los asesoran durante todo el proceso, desde la presentación inicial hasta la finalización de los trabajos. También se utilizan otros canales de comunicación, como la radio, para publicitar el Programa.

Las familias interesadas en postularse para recibir fondos desarrollan sus ideas de vivienda con la EGR y presentan su propuesta al Ministerio cuando se abre un llamado para postulaciones. Esto sucede una o dos veces al año, y la convocatoria puede ser nacional, regional o temática (por ejemplo, para proyectos de viviendas nuevas o de renovaciones).

Las personas pueden postularse para financiación para construir una casa nueva en un terreno que ya poseen o para mejorar y ampliar una casa existente. Las comunidades también pueden agruparse para postularse para recibir fondos para complejos de viviendas de hasta 160 casas, incluida la compra del terreno. También hay otros subsidios disponibles para construir instalaciones públicas como centros comunitarios o canchas de deportes.

El requisito mínimo para una casa nueva es que incluya dos dormitorios, cocina, baño y sala de estar/comedor. Las familias numerosas pueden agregar un tercer o cuarto dormitorio.

Uno de los aspectos distintivos de este programa es que también les permite a las familias construir un espacio adicional que sea “productivo” para ayudarlas a generar ingresos, sustentarse o mejorar su calidad de vida. Esto podría consistir en un lugar para preparar el pescado para la venta; un espacio para almacenar alimentos, madera o animales; un taller de tejido, un salón de música o un invernadero.

Otro aspecto importante del programa es que la vivienda se diseña y completa a nivel local: se respetan las características del área y sus personas, y se tienen en cuenta el clima, la geografía, las tradiciones culturales y el acceso a los materiales y los servicios básicos.

El Ministerio evalúa las postulaciones con un sistema de puntuación para identificar a las personas que más ayuda necesitan. Una vez que una familia recibe los fondos, debe usarlos en un período de 21 meses. La EGR ayuda a solicitar los permisos necesarios y brinda asesoramiento legal. También ayuda a organizar el trabajo de los proveedores de la construcción, que suelen pertenecer a la propia EGR.

Los residentes pueden elegir realizar el trabajo ellos mismos. En este caso, los fondos cubren la compra de materiales de construcción y dinero para pagar la mano de obra local. Las personas que construyen sus propias casas deben asistir a sesiones de capacitación que organiza la EGR, y un asesor externo participa en la supervisión de la obra.

Cuando se completa el trabajo, se hace una inspección de la construcción, después de la cual la familia puede mudarse a la casa. Hasta ahora, se construyeron 4.580 casas nuevas y se mejoraron o ampliaron 5.568.

Se presentaron desafíos a lo largo del camino, como zonas en las que no es seguro o factible invertir fondos del estado debido al riesgo de inundaciones y sismos. El territorio de Chile es muy montañoso, y puede ser difícil hacer llegar gente y materiales a comunidades extremadamente remotas. Para resolver este problema, se otorgan más subsidios a los proyectos que se encuentran en ubicaciones muy aisladas. También se asignan montos adicionales a casas que puedan construirse en territorios insulares de Chile: Rapa Nui (Isla de Pascua) y el Archipiélago de Juan Fernández.

Impacto social

Uno de los objetivos más importantes del programa es llegar a la mayor cantidad posible de personas de diversas regiones de Chile, tanto desde el punto de vista geográfico como cultural. Más de 40.000 personas ya recibieron ayuda, incluidos inmigrantes en el norte, comunidades agrícolas tradicionales en el centro y sur del país, y personas que viven en las regiones más meridionales de la Patagonia y Tierra del Fuego.

Una dificultad fue garantizar que el programa funcione bien para los pueblos indígenas. Se restituyeron algunos derechos ancestrales sobre la tierra y el agua a través de un Fondo de Tierras y Aguas, pero aún faltan muchos otros servicios básicos en estos territorios. Como respuesta, el Gobierno estableció el Plan Buen Vivir, mediante el que se realizarán obras públicas y se otorgarán servicios de bienestar social para las comunidades indígenas, a fin de garantizar que la tierra pueda habitarse de forma genuina en la práctica. Esto, a su vez, ayuda al programa a aprobar la financiación de nuevas casas, ya que un requisito para la financiación es la conexión de servicios públicos básicos.

Otro de los objetivos del programa es ayudar a los hogares liderados por mujeres, quienes, históricamente, han tenido mucho menos acceso a los beneficios del estado. En primer lugar, se abrió un llamado especial para postulaciones de este grupo. En segundo lugar, de manera indirecta se fomenta el desarrollo de líderes comunitarias mujeres que suelen estar a la cabeza de las postulaciones de las iniciativas más grandes, de hasta 160 casas. Al organizar a sus comunidades y luchar por ellas, estas mujeres adquieren reconocimiento, habilidades y herramientas, y pueden acceder a otras oportunidades de desarrollo y formación de otros departamentos relacionados con el programa.

Al ofrecerles a las personas vulnerables la oportunidad de vivir en una casa nueva o renovada sin tener que asumir deudas, se reducen las desigualdades sociales y económicas en todo Chile. Esto también ayuda a aliviar el hacinamiento en las casas rurales, ya que se permite agregar hasta dos habitaciones a la casa original.

Las mejoras de espacios verdes y la construcción de instalaciones públicas, como salas de reuniones y talleres, benefician a la comunidad de manera más general. Hay veinte de estos proyectos en curso en ubicaciones extremas, como las grandes altitudes del Altiplano chileno y la Patagonia glacial.

Impacto ambiental

El cambio climático y los problemas ambientales también son aspectos centrales del programa. Se destinan fondos adicionales para la realización de mejoras ecológicas, como la eliminación de asbesto y la instalación de sistemas sanitarios que prevengan la contaminación de la tierra y el agua. También hay fondos extra disponibles para la instalación de paneles solares, para generar energía renovable gratuita, y de invernaderos, para extender la temporada de cultivo.

Al mejorar la eficiencia térmica de las viviendas, se mantiene una temperatura cálida durante el invierno y fresca durante el verano, para comodidad de los residentes. También se disminuye el consumo de energía y los costos de combustible, y se reducen las emisiones de carbono. A los hornos a leña se les puede incorporar un dispositivo especial que utiliza gas residual para calentar el agua.

La escasez de agua es un problema grave en Chile. El país está sufriendo una “megasequía” desde hace más de 13 años, lo que representa una presión enorme para los recursos de agua dulce. El Programa de Habitabilidad Rural incluirá un sistema de recuperación de aguas residuales en las casas, una vez que tenga la aprobación de las autoridades correspondientes.

Financiación

El programa se financia a través del gobierno nacional de Chile. En 2023, el presupuesto anual para el programa fue de 126.854.338.000 pesos chilenos (159.202.194 dólares). Esto representa un seis por ciento del presupuesto total para el Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

El monto promedio de los fondos para construir una casa es de 49.840.000 pesos chilenos (62.500 dólares). El costo de construcción se cubre con diferentes componentes: el subsidio básico, subsidios adicionales, contribuciones de terceros (como un gobierno regional) y diversos niveles de contribuciones personales, según la capacidad financiera.

El monto total de la financiación depende del tamaño y la composición del hogar, el nivel de educación, los ingresos y el aislamiento, entre otros factores. No hay un límite de ingresos máximos por hogar, pero se da prioridad a las familias más vulnerables y se les asigna un presupuesto mayor. Las personas de más de 60 años que viven en las regiones más aisladas, así como aquellas que se encuentran en el tramo más bajo de ingresos (del 40 por ciento) tienen la mayor prioridad, y, en general, no pagan nada por una casa nueva. Los hogares que se encuentran en el tramo de ingresos de entre el 41 y el 60 por ciento hacen un aporte de cerca de 357.000 pesos chilenos (450 dólares) para el costo de sus casas.

Transferibilidad y expansión

El gobierno chileno cree que el Programa de Habitabilidad Rural puede replicarse en otros países, y los funcionarios que están a cargo han asistido a foros especializados en desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe.

Dentro de los límites nacionales, el programa está evaluando el uso de materiales prefabricados. Se espera que, al usar elementos preelaborados (que luego se trasladan al lugar de construcción para su montaje), mejorará aun más la calidad de las casas, y se reducirán el costo que implica el traslado de materiales hasta el lugar y el tiempo de construcción.

No es usual que un gobierno se enfoque en las comunidades rurales, en lugar de en las urbanas, como parte de la solución para una escasez nacional de viviendas. El Programa de Habitabilidad Rural hace hincapié en la responsabilidad del estado con todos los ciudadanos, sin importar dónde vivan, y les ofrece a las personas que se encuentran en circunstancias difíciles la posibilidad de tener una casa digna, sin la necesidad de dejar sus comunidades o cambiar sus estilos de vida.

Descargue el resumen completo del Proyecto