Bután es un país sin litoral ubicado en lo alto de la parte oriental de la cordillera del Himalaya. Sus 770.000 habitantes están desperdigados por las empinadas laderas y los profundos valles del país. Las personas viven en aldeas remotas, en muchos casos inaccesibles, sin servicios básicos, en general, en chozas de paja. Las condiciones de vida precarias y la falta de saneamiento suelen provocar enfermedades, mientras que la falta de oportunidades para la generación de ingresos perpetúa el ciclo de pobreza.

En la década de 1970, el entonces Rey de Bután creó el Índice de Felicidad Nacional Bruta, un concepto de desarrollo sostenible que le otorga al bienestar una importancia equivalente a la del crecimiento económico. En 2008, Bután pasó a ser una monarquía constitucional democrática y, en el transcurso de las últimas décadas, los índices de pobreza se redujeron en dos tercios. Sin embargo, estos siguen siendo casi 15 veces más altos en las zonas rurales que en las urbanas.

El programa “Integrated Community Development for Poverty Reduction” (Desarrollo comunitario integrado para la reducción de la pobreza) tiene como objetivo aliviar la pobreza en las comunidades rurales remotas de Bután. Para esto, se realizan mejoras en las viviendas y los sistemas de saneamiento, y se ofrecen oportunidades económicas y seguridad alimentaria, con el fin de incrementar el estándar de vida.

La dirección del proyecto está a cargo de la Fundación Tarayana, una organización de la sociedad civil (OSC) fundada por la Reina Madre y presentada formalmente por el Príncipe Heredero en mayo de 2003, y financiada mediante cooperación internacional y donaciones locales. Primero, se implementó una versión piloto del modelo, en 2007, en una pequeña aldea de 18 familias. Desde entonces, el programa ha brindado apoyo a la población rural en más de 400 aldeas de 19 de los 20 distritos de Bután.

En total, se construyeron cerca de 2.500 casas y se instalaron 1.000 inodoros con descarga manual, y aproximadamente 50.000 personas accedieron a capacitaciones para desarrollar habilidades y generar ingresos. El programa tiene planes mucho más ambiciosos para los próximos cinco años, ya que prevé la construcción de 2.500 casas, que beneficiarán a alrededor de 12.000 personas de forma directa y a cerca de 50.000 personas de forma indirecta.

El programa en la práctica

El programa se centra en la mejora de la vivienda. Se capacita a grupos de la comunidad para que construyan sus propias casas, lo que les permite generar ingresos con las habilidades que desarrollan y disfrutar una calidad de vida más digna.

Otro objetivo del programa es la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición mediante el aumento de la productividad agrícola y el cultivo de una variedad más amplia de alimentos.

Los beneficiarios son residentes de bajos ingresos, en general, integrantes de minorías étnicas, que viven en aldeas remotas de todo el país. La selección de las aldeas que participan en el programa se basa en varios criterios. Por ejemplo: estudios nacionales sobre pobreza y estándares de vida; las experiencias directas de la Reina Madre en sus visitas a comunidades remotas; pedidos de representantes de las aldeas; y visitas de los funcionarios locales de Tarayana a los diferentes lugares. Muchas veces, las comunidades vecinas ven los resultados del proyecto y se entran en contacto con Tarayana para participar en el programa.

Primero, la fundación trabaja en colaboración con las autoridades de cada distrito para cotejar los planes locales y distritales correspondientes a la aldea, y evitar trabajos duplicados. Los funcionarios locales trabajan directamente con las comunidades y generan lazos con las partes interesadas a nivel local y del distrito, que proporcionan asistencia técnica. También trabajan en colaboración estrecha con los organismos gubernamentales relevantes, con relación a aspectos agrícolas y sanitarios del proyecto. Durante los últimos dos años, la fundación amplió sus asociaciones con 28 líderes gubernamentales locales subdistritales.

Tarayana realiza varias instancias de consulta con las comunidades para comprender las problemáticas que estas enfrentan. Tras una encuesta de referencia, se lleva a cabo un calendario estacional y un ejercicio de levantamiento de recursos. Esto también incluye un ejercicio de análisis de las situaciones ideales que imaginan los miembros de la comunidad, para pensar posibles soluciones, que tengan en cuenta las habilidades y los conocimientos del lugar.

Para elegir a los beneficiarios de la mejora de viviendas, se conforma un comité con representantes del gobierno local y la comunidad, y un funcionario local de Tarayana. Se realiza una encuesta puerta a puerta, y la selección final se basa en la evaluación física que lleva a cabo el comité. Luego, se envía a Tarayana la lista de beneficiarios que necesitan una intervención inmediata.

El grupo de beneficiarios seleccionado (en general conformado por siete a diez personas, según el tamaño de la aldea) trabaja en equipo para construir las casas de cada miembro. Se realiza un sorteo para definir el orden en que se construirá cada casa, y el grupo realiza una capacitación en albañilería y carpintería.

Las casas deben cumplir ciertos requisitos relacionados con el diseño tradicional y algunas características de resistencia ante catástrofes, de acuerdo con las estipulaciones del gobierno local. Los beneficiarios determinan el tamaño de sus casas, en función de la composición de cada familia.

Tarayana proporciona los materiales de construcción, que se obtienen en el lugar, además de asistencia para tramitar los permisos de construcción correspondientes. Las personas que no pueden participar en las tareas de construcción —por ejemplo, a causa de una discapacidad— reciben asistencia especial. Generalmente, esto quiere decir que los miembros de la comunidad trabajan juntos para construir la casa de esos residentes, sin esperar una retribución por la mano de obra. La mayoría de las casas se finalizan en un período de dos meses.

Financiación

El costo total del programa durante el período de dos años (noviembre de 2018 a noviembre de 2020) fue de un millón de dólares (presupuesto anual: 500.000 dólares). La financiación provino de la American Himalayan Foundation. También se recibieron subsidios adicionales de una variedad de programas y fundaciones que apoyaron el Programa de Vivienda de la Fundación.

Los residentes se agrupan y trabajan juntos de manera colectiva para ayudar a construir las casas de los demás mediante la práctica tradicional de acuerdos de repartición del trabajo. De esta manera, la cohesión social de las comunidades se fortalece, y los miembros viven en armonía.

Además de ofrecer mejoras de viviendas, el programa pretende aumentar las oportunidades económicas de las comunidades en las que trabaja. Para esto, la Fundación Tarayana desarrolló su propia institución de microfinanciación —Tarayana MicroFinance para el desarrollo rural (TMF)—, que ofrece préstamos y capacitación que les permiten a las personas establecer negocios que generen ingresos.

Esto ayuda a la gente con ingresos limitados o poco confiables a acceder a los fondos y conocimientos necesarios para mejorar su autosuficiencia. La devolución de los préstamos es flexible, y la tasa de interés es un 13 por ciento más baja que la de las instituciones financieras equivalentes.

Impacto

En el marco del programa, las comunidades trabajan juntas para resolver temas de vivienda y otros problemas colectivos. Las mejoras de las casas se realizan sin costo para los residentes, por lo que el programa es accesible para aquellos con ingresos más bajos, y los beneficiarios adquieren las habilidades necesarias para encargarse del mantenimiento de sus viviendas en el largo plazo.

Antes del proyecto, los inodoros y las instalaciones sanitarias se encontraban afuera de las casas, pero este los incorpora al interior, lo que mejora la higiene y la salud en general. También se realizan campañas de concientización para promover prácticas que mejoren la salud y la higiene dentro de la comunidad.

La disponibilidad y la variedad de alimentos aumentan, gracias al perfeccionamiento de las técnicas de cultivo. Esto ha provocado una mejora en la salud y un excedente en la producción de alimentos, lo que representa una fuente de ingresos para los agricultores.

En 2020, más de 1.000 personas participaron en capacitaciones de oficio, la mitad de estas fueron mujeres. Se conformaron más de 200 grupos de autodesarrollo con más de 3.000 miembros. Estos grupos organizan actividades colectivas para la generación de ingresos, como tejido y técnica de telar; artesanías de madera, mimbre y bambú; producción de alimentos y algodón; realización de jabones, velas y papel; y alfarería tradicional.

Hay programas para la participación de la juventud, con el fin de combatir el desempleo y la migración de zonas rurales a urbanas. Se brindan capacitaciones y se proporciona maquinaria para fomentar el interés en la agricultura como profesión sostenible, y algunas personas jóvenes iniciaron pequeños emprendimientos agrícolas, como el cultivo de vegetales.

El aspecto de formación en oficios del programa refuerza la autoestima y la confianza, y permite que las personas tengan un rol más activo en la sociedad, incluido el intercambio con funcionarios del gobierno. Esto les brinda herramientas para luchar por los cambios que quieren implementar en sus comunidades, para no tener que aceptar los planes que se les imponen de manera verticalista.

Bután es el primer país del mundo con emisiones negativas de carbono, y su extensa área boscosa está protegida por la constitución nacional. También están prohibidas la exportación de recursos forestales, la minería, la contaminación y la caza. El programa de desarrollo comunitario de Tarayana se lleva adelante en este contexto, por lo que los materiales de construcción se basan en la disponibilidad local. Por ejemplo, en el este de Bután, los materiales de construcción que más se utilizan son la piedra y el bambú (en vez de la madera), mientras que en la región occidental, las casas se fabrican con tapia.

El proyecto ayuda a las comunidades a controlar la degradación del suelo, restaurar sistemas de irrigación y generar conciencia sobre la gestión eficiente del agua y la tierra. Las técnicas agrícolas respetuosas con el medioambiente —como el compostaje, el mantillo y la rotación de cultivos— incrementan la productividad del suelo.

Tarayana trabaja junto a sus socios para introducir tecnologías ecológicas que beneficien aún más a las comunidades. Entre estas, se encuentran la generación de energía hidráulica y solar, las cocinas de bajo consumo, los secaderos solares y técnicas de captación de agua.

Transferibilidad y expansión

El programa de mejora de viviendas es uno de los proyectos de Tarayana más exitoso y solicitado, y ya se implementó en gran parte del país. El proyecto logró resultados satisfactorios para generar vínculos laborales saludables con los gobiernos locales, así como con los organismos estatales relevantes. El programa requiere una financiación continua mediante subsidios, que obtiene de donantes locales e internacionales. La fundación pretende seguir implementando el programa de vivienda y tiene más de 1.000 pedidos de asistencia nuevos. Si bien algunos proyectos ya se encuentran en la etapa de planificación, parte de los fondos se han cancelado a causa de la pandemia de COVID-19.

El proyecto le debe gran parte del éxito que tuvo hasta la fecha a su enfoque colaborativo e integral para la reducción de la pobreza rural. Al incrementar las habilidades de grupos de comunidades remotas, el programa no solo mejora las condiciones físicas de vida y la salud de las personas, sino que promueve la autosuficiencia de miles de familias del país en el largo plazo.