En la isla de Célebes, al este de Indonesia, más de 19 millones de personas viven amenazadas por terremotos y tsunamis. Durante el siglo pasado, hubo más de 15 terremotos de más de 6,5 puntos de magnitud. En septiembre de 2018, un terremoto de 7,5 puntos de magnitud en la región de Célebes Central desencadenó un tsunami en la bahía de Palu, sobre la costa norte de la isla. Murieron más de 4.000 personas, y se dañaron o destruyeron miles de casas.

Debido al estado de devastación en el que quedaron las comunidades costeras de la bahía de Palu, el gobierno de Indonesia tuvo que establecer una política de reubicación para los asentamientos de la zona roja del desastre, incluida la aldea de Mamboro Barat. Estas comunidades se encontraban a menos de 100 metros del punto más alto de la marea, y se consideró que eran las que corrían mayor riesgo ante futuros tsunamis. Sin embargo, el lugar de la reubicación estaba a cinco kilómetros de la región costera, y la mayoría de los residentes de Mamboro Barat no querían mudarse tan lejos del mar. Como integrantes del grupo étnico bugis, tienen una tradición costera muy fuerte, y gran parte de las familias obtienen sus ingresos de la pesca.

La comunidad trabajó junto a la organización no gubernamental local (ONG) Arkom Indonesia para rechazar la propuesta del gobierno, y optó por desarrollar un plan para hacer una reubicación colectiva en una zona más cerca del mar. La construcción de 38 casas, que ofrecieron vivienda a 156 personas, se completó en diciembre de 2020 en un lugar nuevo de la bahía de Palu, denominado Kampung Mamboro Perikanan.

La aldea participa en el proyecto “Building Homes Collectively for Better Habitat” (Construcción colectiva de casas para un hábitat mejor) de Arkom, uno de los varios programas posdesastre de Célebes Central que dirige la organización. Arkom presentó un enfoque liderado por las personas para la reconstrucción posterior al catastrófico tsunami de 2004, conocido como “Boxing Day”, que dejó sin vida a aproximadamente 230.000 personas de 14 países de las costas del océano Índico.

El proyecto en la práctica

El papel de Arkom en el proyecto fue brindar apoyo a la comunidad para el desarrollo y la implementación de un plan de reubicación colectiva que se adaptara a las necesidades de los sobrevivientes, como alternativa al enfoque vertical del gobierno. El objetivo a largo plazo es lograr la independencia financiera de la comunidad mediante grupos de trabajo y ahorro.

Cuando el proyecto comenzó, los sobrevivientes del tsunami estaban viviendo en refugios temporarios inadecuados construidos por el gobierno sobre la playa. Se consideraron las alternativas de permanecer en la zona roja del desastre o moverse hacia otra ubicación dentro de la zona segura que estuviera lo suficientemente cerca del mar para que la comunidad pudiera seguir pescando para generar su sustento en el largo plazo.

Se les pidió a todas las familias que se involucraran en un proceso participativo de mapeo y planificación, y se conformó un equipo de mapeo, que incluyó hombres, mujeres, jóvenes y personas ancianas. Se identificó una nueva ubicación fuera de la zona roja, y se presentaron los planes de la comunidad a los representantes del gobierno local, que aceptaron la propuesta. Luego, esta se procesó para la elaboración de un documento técnico de planificación más detallado, que se envió al gobierno para la aprobación del proceso de desarrollo.

La nueva aldea está ubicada a 280 metros de la línea de marea alta y a más de 15 metros sobre el nivel del mar. La comunidad compró las tierras con un fondo de ahorro colectivo, y Arkom proporcionó el capital inicial. Estas se registraron a nombre de la Fundación Arkom Indonesia. Cada familia hará pagos mensuales asequibles de 300.000 rupias indonesias (21 dólares) durante cinco años, que se conservarán en una cuenta bancaria conjunta en nombre de la comunidad. Esto se convertirá en un fondo de desarrollo comunitario (CDF, por su sigla en inglés) que se usará para satisfacer necesidades educativas, económicas y de vivienda en el largo plazo, incluido el bienestar social. Una vez que todas las familias hayan terminado de hacer los pagos al fondo, se acordó que recibirán certificados de propiedad individual. Sin embargo, Arkom está alentando a la comunidad a que adopte una modalidad de propiedad colectiva.

Se les pidió a todas las familias que participen en talleres para aprender sobre reglas técnicas de planificación, límites territoriales, etc. A partir de los resultados de estas sesiones, se determinó el tamaño de los predios de las viviendas, el ancho de las calles y la ubicación de los sistemas de desagüe. La comunidad también aceptó crear un salón de uso común y un parque de juegos en el centro del lugar.

Para mitigar el riesgo de desastres futuros, las casas se construyeron con tecnologías antisísmicas, mediante paneles de hormigón prefabricados. La comunidad está plantando y manteniendo manglares a lo largo de la costa, para crear una barrera de rompeolas. Esto reducirá el riesgo de que una gran ola de tsunami los alcance de forma directa, y ofrecerá un tiempo adicional muy valioso para la evacuación. Además, los manglares también ayudan a incrementar la población de peces, lo que mejora la fuente de ingresos de la comunidad.

La comunidad colaboró con Arkom en el proceso de diseño, mediante el que llegaron a dos opciones: una casa construida directamente sobre la tierra y otra construida sobre pilotes. Veintinueve familias eligieron la casa sobre la tierra —con la estructura de paneles de hormigón prefabricados—, ya que es más accesible para los integrantes más ancianos. Las otras diez familias eligieron la casa sobre pilotes, inspirada en los dibujos que hicieron los sobrevivientes cuando se les preguntó cómo se imaginaban que serían sus casas.

Arkom fue el enlace entre la comunidad y otras partes interesadas (diversos organismos gubernamentales y patrocinadores), y ayudó a administrar los fondos asignados por el gobierno para la reconstrucción de las viviendas. Se firmó un acuerdo con el gobierno central, en el que el Centro de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Obras Públicas y Vivienda (PUPR) asumió la responsabilidad de disponibilizar expertos para la fabricación de los paneles de hormigón prefabricados y las capacitaciones sobre cómo instalarlos, ya que estos conforman la estructura de sostén de la casa. Veintiún hombres —todos sobrevivientes— recibieron una certificación en la producción y el montaje de los paneles, y siguieron trabajando con otros 30 hombres y cinco mujeres en el proceso de construcción.

Financiación

El costo total del proyecto de Kampung Mamboro Perikanan fue de aproximadamente 8.400 millones de rupias indonesias (586.516 dólares). La Fundación Air Asia aportó 5.000 millones de rupias indonesias (349.066 dólares), que se usaron para pagar las tierras, por un valor de 531 millones de rupias indonesias (37.076 dólares), la construcción de las diez casas sobre pilotes (60 millones de rupias indonesias [4.189 dólares] por casa), las capacitaciones y talleres para la comunidad, las certificaciones de habilidades y las campañas de defensa de la sociedad civil.

El gobierno de la ciudad de Palu financió la construcción de 24 de las casas sobre la tierra, mientras que el PUPR financió las otras cinco, por un valor de 50 millones de rupias indonesias (3.491 dólares) cada una.

La Fundación Sheep Indonesia hizo un aporte financiero para la implementación del suministro de agua potable y el sistema de saneamiento comunitario en la aldea, así como para la instalación de algunos baños dentro de las casas, por un valor de 300 millones de rupias indonesias (20.947 dólares).

El PUPR, como parte del programa “Cities Without Slums” (Ciudades sin barrios marginales), contribuyó con 1.700 millones de rupias indonesias (118.700 dólares) para la construcción de calles y sistemas de desagüe. La empresa estatal de energía eléctrica (PLN) proporcionó un servicio de electricidad asequible para las casas y la iluminación en la vía pública. La asequibilidad se garantiza mediante tarifas especiales y subsidios que otorgan PLN y el gobierno, como reconocimiento del éxito que tuvo la comunidad con el proceso de reubicación.

Impacto

Al priorizar el impacto económico y sociocultural de la reubicación —en comparación con la alternativa del gobierno, que solo se enfocaba en la cantidad de casas que se necesitaban—, el proyecto aceleró la recuperación económica de una comunidad cuyos medios de vida dependen del mar.

Los residentes de Kampung Mamboro Perikanan son el único grupo de sobrevivientes del tsunami que pudo volver a pescar. Algunos residentes fabrican ladrillos y realizan talleres en los que aprenden a construir marcos y aberturas que se adapten a los requisitos para casas resistentes a terremotos. El gobierno local ofreció empleo a más de 20 personas, para la instalación de paneles de hormigón en casas y escuelas. La resiliencia financiera también se está fortaleciendo mediante ahorros colectivos, que se encuentran en proceso de formalización para conformar una cooperativa.

El proceso de reconstrucción aumentó la autoconfianza, fortaleció la cohesión social y fomentó la solidaridad en una comunidad traumatizada por el tsunami. La planificación de la evacuación y el diseño antisísmico de las nuevas casas mejoraron la preparación ante catástrofes y la seguridad. Hasta ahora, las casas nuevas resistieron sacudidas de menos de cinco puntos de magnitud.

Los residentes adquirieron habilidades de construcción y administración de proyectos, que les permiten mantener las casas en el futuro, y la participación de las mujeres en todos los aspectos del proyecto desafió los prejuicios locales sobre los roles de género.

Transferibilidad y expansión

Algunos elementos del proyecto —desde la reubicación colectiva de la comunidad y la reubicación de casas individuales, hasta la reconstrucción en el lugar— se están implementando en otras aldeas, con la ayuda de Arkom Indonesia.

Talleres sobre planificación de mitigación de desastres y fabricación e instalación de los paneles de hormigón prefabricados ayudaron a transferir conocimientos de una aldea a otra. Un programa de radio de debate en vivo les dio a los representantes de Kampung Mamboro Perikanan la oportunidad de compartir el proceso que atravesó la comunidad con un público más amplio.

Arkom Indonesia tiene planes de realizar un “intercambio entre comunidades”, en el que las comunidades que recibieron ayuda puedan compartir sus experiencias con otras comunidades de Indonesia y de todo el mundo.

El éxito del enfoque liderado por la comunidad de la organización para la planificación y la reconstrucción después de desastres motivó cambios en las políticas del gobierno de la ciudad de Palu y alrededores. Las mejores alternativas de reubicación que surgieron de este cambio oficial en la política tienen el potencial de ayudar a otras 3.000 familias de Donggala, Palu y Sigi, que no quieren reubicarse en las viviendas que construyó el gobierno en un lugar que las comunidades no aprobaron previamente. Sin embargo, se desconoce si este modelo podría replicarse de manera satisfactoria, ya que hay factores económicos y socioculturales cruciales que no se integraron por completo al enfoque del PUPR.

Este proyecto demostró que las comunidades pueden tomar la iniciativa para su propia recuperación y tomar decisiones sobre dónde y cómo quieren reconstruir sus vidas. Al trabajar en colaboración con Arkom y el gobierno, los sobrevivientes del tsunami pudieron construir una nueva aldea en una ubicación de su preferencia, y retomar su forma de vida tradicional, con más seguridad financiera y recursos de adaptación a los fenómenos climáticos.