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El proceso para introducir los fideicomisos de la tierra (Community Land Trusts en inglés) en Brasil está iniciando su segunda etapa. Mariana Gallo (Líder de Programa en World Habitat) reflexiona sobre la visita que hizo al país hace dos años cuando el proyecto recién comenzaba.

Mi visita a Río de Janeiro en 2019 no fue tan glamorosa como podría imaginarse: lluvias copiosas y una tensión política que se hacía sentir en casi todos los rincones creaban una postal pesimista de la Cidade Maravilhosa (ciudad maravillosa). Sin embargo, tuve la suerte de poder iluminar un poco mi estadía: visité Trapicheiros, un pequeño asentamiento informal en el que nuestros socios de Catalytic Communities trabajan junto a los residentes para implementar un fideicomiso de la tierra, inspirados por el proyecto ganador de los Premios Mundiales del Hábitat Caño Martín Peña, de Puerto Rico. El objetivo de la iniciativa es regularizar la situación de los residentes con respecto a la tierra, y ofrecer una alternativa asequible para que no tengan que vivir con el temor constante de ser desalojados.

Recuerdo que fui a Trapicheiros un miércoles lluvioso a la tardecita. El tránsito y un partido de fútbol en el estadio de la zona hicieron que el taxi demorara una hora y media en llegar. Esto me dio la oportunidad de hablar largo y tendido con el conductor sobre la situación política de ese momento, las incertidumbres que enfrentan las personas más vulnerables y la tensión generalizada. La sensación que tuve al llegar a destino fue la de un vecindario tranquilo, pacífico y amigable. En medio de una vegetación exuberante, los vecinos me recibieron afectuosamente con comida casera y mucho entusiasmo por compartir su historia y sus planes para el futuro.

Trapicheiros es una pequeña comunidad de bajos ingresos conformada por alrededor de 50 familias, que se encuentra en el corazón de una región de clase media-alta de la ciudad. Sus residentes viven allí desde hace varias generaciones, y, con los años, la región circundante creció mucho, lo que generó fricciones con algunos de los recién llegados. En particular, vecinos de un condominio construido poco tiempo antes en los terrenos aledaños a la comunidad estaban disconformes con la presencia de Trapicheiros y los acusaban de “contaminación visual”, ya que las casas construidas de manera informal se ven desde el área de esparcimiento y la piscina del edificio. Han usado tácticas agresivas para intentar echarlos de la zona. Entre otras, enviar drones para tomarles fotografías, poner materiales de construcción en la calle para que parezca que están edificando sin autorización, llamarlos “invasores” y acusarlos de deforestación (cabe aclarar que la conservación de la naturaleza es una de las principales prioridades de la comunidad). El acoso que sufren los residentes de Trapicheiros, sumado a la situación irregular en la que se encuentran, hace que vivan bajo amenaza constante de desalojo.

Los orígenes de Trapicheiros se remontan a los primeros años del siglo XX: un grupo de personas alquilaron las casas y sus respectivas tierras a un propietario privado. Con el tiempo, el propietario desapareció y, hasta ahora, nadie reclamó las tierras. Los residentes reconstruyeron las casas, pero todavía no tienen los títulos. Reúnen todos los requisitos necesarios y están esperando el reconocimiento por parte de la Justicia. El plan es que la tenencia legal de la tierra y el reconocimiento legal del fideicomiso de la tierra ocurran al mismo tiempo. De esta manera se evitarán los efectos indeseados de la regularización de la tierra en este tipo de contextos: gentrificación, especulación y más inseguridad para los residentes.

A raíz de las disputas con los vecinos, hizo falta la participación de un abogado defensor para proteger a las familias. Este les recomendó que enfrentaran estos desafíos como un grupo, motivo por el que se creó la “Associaçao de Moradores” (Asociación de Residentes), con representantes elegidos democráticamente. Los miembros de la Asociación que conocí eran activos, comprometidos y entusiastas. Al igual que en muchas otras favelas de Río, la comunidad tiene vistas increíbles de las colinas y una conexión especial con la naturaleza: abundan los árboles frutales y los animales. El entusiasmo y la actitud positiva de los residentes hace de Trapicheiros un oasis de esperanza en medio de un entorno que suele ser pesimista.

A través de Catalytic Communities, el presidente de la Asociación de Residentes de Trapicheiros tuvo la posibilidad de visitar el Caño. Me sorprendió muchísimo lo informados que estaban los residentes sobre la situación de Puerto Rico, y cómo esa conexión había sido fundamental para que estos se involucraran en el proceso. Las personas contaban que el caso del Caño “me ayudó a entender que eso [el fideicomiso] realmente existe, no es algo de lo que simplemente escuchamos hablar” y “si funcionó allí, puede funcionar aquí”. Puntualmente, hablamos sobre la importancia de que los jóvenes participaran en el proceso para garantizar su sostenibilidad a largo plazo, y sobre el ritmo lento pero sin pausa que se requiere —que, por otro lado, ayuda a fortalecer a la comunidad.

La Asociación de Residentes y Catalytic Communities han trabajado en equipo para conocer los puntos de vistas de los residentes sobre cómo les gustaría que sea la comunidad los próximos años. Además de la formalización de la situación de la tierra, otras iniciativas que mencionaron son un mejor servicio de saneamiento, agua, vías de acceso y recolección de residuos, y un espacio físico en el que la Asociación pueda realizar sus actividades y reunirse.

Tengo un recuerdo muy vívido y cálido de esa visita. El viaje de regreso en el taxi no fue tan largo, ya había pasado el horario pico y el partido había terminado con la victoria del equipo local, por lo que el conductor estaba contento… y yo también, Trapicheiros me trajo una sensación de esperanza y alivio. Y no estaba equivocada: durante los últimos dos años obtuvieron grandes conquistas, incluso con el enorme desafío de la COVID-19, que ha devastado a las comunidades de todo Brasil. Hoy hay esperanzas de que los fideicomisos de la tierra se hagan realidad, no solo en las favelas de Río, sino en todo el país, mediante una coalición nacional de fideicomisos. Además, esta semana, más de 500 líderes comunitarios, organizaciones y residentes asistirán a un seminario nacional.

Me invade la misma sensación de esperanza que tuve entonces. En medio de una situación tan tensa, algunas personas sueñan con un futuro más prometedor para ellos y las generaciones futuras, y trabajan juntos para concretarlo.

Imagen: Catalytic Communities


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