Pakistán se encuentra entre las principales regiones afectadas por la crisis climática, y sufre el impacto de inundaciones recurrentes. El diluvio de 2022 dejó a un tercio del país bajo agua, lo que obligó a ocho millones de personas a desplazarse y requirió 327 millones de dólares para trabajos de reconstrucción, según un estudio conjunto entre el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo. Sindh, que ya estaba golpeada por la pobreza, se llevó la peor parte, y las casas de madera y acero de la zona colapsaron por el peso de los techos anegados. Las casas de ladrillo que los organismos de ayuda suelen reconstruir son resistentes, pero muy costosas, y los trabajos de reconstrucción son difíciles para los residentes, cuando necesitan hacerlos.
La Fundación Heritage de Pakistán (HFP, por su sigla en inglés), ganadora de un Oro en una edición previa de los Premios Mundiales del Hábitat, reconoció la necesidad de implementar un cambio en los enfoques tradicionales al alivio tras una catástrofe. Su estrategia se centra en la generación de resistencia a largo plazo, al ofrecer a las comunidades las habilidades y los conocimientos necesarios para reconstruir casas más seguras, resistentes a inundaciones y sostenibles, así como para que puedan autosustentarse económicamente y disminuir su dependencia en recursos de ayuda internacionales
Con el programa, las comunidades establecen el objetivo de, en un período de seis meses, tener viviendas básicas y un sistema sanitario instalado, aumentar la seguridad alimentaria mediante actividades agrícolas y ganaderas, mitigar las inundaciones a través de medidas ambientales, y generar un empoderamiento económico mediante emprendimientos locales.
La HFP se enfoca en la construcción de cabañas de un dormitorio: refugios pequeños y prefabricados de bambú y barro, que, según se demostró, son más resistentes a las inundaciones y fáciles de reparar. Para esto, utilizan materiales disponibles en el lugar y técnicas tradicionales, pero con mejoras que fortalecen las estructuras.
Impacto social
La HFP creó un modelo económico sostenible en el que los residentes pueden generar un buen ingreso al proporcionar servicios esenciales a las comunidades. Los Emprendedores de base son vecinos capacitados que identifican las necesidades no cubiertas de la comunidad, ayudan con la construcción y, luego, capacitan a otras personas para crear un efecto multiplicador.
El proyecto ha ayudado a diversificar las fuentes de ingreso y a mejorar la situación financiera general de las familias. Como los residentes contribuyen con mano de obra (y aprenden nuevas habilidades en el proceso), las viviendas son más asequibles, lo que les permite destinar una parte mayor de sus ingresos a mejorar su calidad de vida o invertir en emprendimientos propios.
Los Comités de madres están conformados por mujeres de la aldea, en su mayoría, no alfabetizadas, que reciben fondos directamente de los donantes. Esto elimina lo que la HFP denomina el “agujero negro” de los costos intermediarios. Los Comités de madres son responsables de contratar servicios y distribuir materiales entre las familias, así como de pagar a los proveedores. Los Comités de madres empezaron a usar ahorros para la construcción de aulas para la escuela de la aldea, lo que demuestra un compromiso con la educación y el desarrollo de la comunidad en el largo plazo.
El proyecto ayuda a la comunidad a trabajar en equipo en pos de un objetivo común de mejorar la protección contra desastres naturales y de ser autosuficientes. Los residentes están orgullosos de sus logros y quieren compartir sus experiencias con otras comunidades. Muchos estuvieron dispuestos a abrir sus casas a personas de otras aldeas que se vieron afectadas por catástrofes y necesitaban un lugar. El proyecto también ha atraído a muchos voluntarios, lo que fomenta el intercambio de conocimientos y la incorporación de habilidades. Los residentes adquieren un sentido de propiedad, y sienten orgullo y confianza en su capacidad de gestionar futuras catástrofes.
Impacto ambiental
El enfoque de la HFP para la construcción es de bajo impacto y bajo nivel de tecnología, para minimizar la cantidad de energía necesaria. A partir de experiencias vividas a raíz del terremoto de Cachemira de 2005 y de catástrofes posteriores, la fundación ha innovado con materiales como piedra, barro, madera, bambú y cal, para crear estructuras resilientes y sostenibles.
Su lema “Cero carbono/Cero desperdicio, cero pobreza” establece la necesidad de usar todos los recursos disponibles. Esto incluye la construcción de viviendas con neutralidad de carbono y baños ecológicos, la restauración de ecosistemas mediante la reforestación y la gestión del agua, y la readaptación de los materiales de desecho para diversos usos. Al enfocarse en soluciones locales, el proyecto pretende mejorar las condiciones de vida, a la vez que reduce el impacto ambiental.
Financiación
Mediante el proyecto se han construido 6.300 unidades de vivienda, con un costo de 150 dólares cada una, lo que suma un total de 945.000 dólares. La financiación completa provino de 14 donantes privados que querían apoyar una solución de vivienda sostenible. El dinero se depositó directamente en las cuentas bancarias de la comunidad, y los Comités de madres lo distribuyeron.
Este enfoque empodera a las comunidades y fomenta la confianza entre los patrocinadores y los beneficiarios. El objetivo del proyecto es lograr la autosuficiencia: la fundación cubre los costos de supervisión y los residentes pagan tarifas bajas a los Emprendedores de base. No se involucran fondos del gobierno. La visión a largo plazo es lograr un modelo completamente autosostenible, en el que las comunidades utilicen los propios ahorros que obtienen del proyecto para pagar actividades futuras.
Planes de transferibilidad y expansión
La fuerza del modelo de Emprendedores de base reside en su capacidad de expansión con una ayuda externa mínima. Se espera que el lanzamiento reciente de un programa de ahorros del Comité de madres acelere este crecimiento.
El proyecto, que en sus inicios estuvo financiado por patrocinadores privados, se ha expandido de 1.000 viviendas en 13 aldeas, a más de 6.300 viviendas en 60 aldeas. Su impacto se está extendiendo de forma orgánica, a medida que las comunidades vecinas inician sus propios proyectos.
Para seguir diseminando este éxito lo más posible, la HFP está desarrollando un programa de capacitación, en asociación con Re:Arc y Spiritual Chords. Este programa, cuyo lanzamiento está previsto para 2024 en Malawi, compartirá los principios del modelo. Además, se compartirán conocimientos sobre técnicas de construcción seguras de todo el mundo mediante videos de formación en YouTube.
Por qué son ganadores de los Premios Mundiales del Hábitat
El proyecto de la HFP presenta una alternativa convincente a la ayuda humanitaria tradicional. Al promover la autonomía de la comunidad, la resiliencia en la construcción y el empoderamiento de los residentes, el proyecto ofrece una vía hacia la sostenibilidad en el largo plazo y la dignidad, para algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo. Este modelo innovador tiene el potencial de replicarse, lo que ofrece esperanza, opciones y control a un sinfín de comunidades que luchan contra la pobreza, los desplazamientos y la amenaza cada vez más abrumadora del cambio climático.
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