El Día Internacional de la Mujer es una oportunidad para celebrar a las mujeres y niñas de todo el mundo, por su coraje, determinación, fortaleza y logros. Es un llamamiento a acabar con la desigualdad de género, y crear un mundo mejor y más equilibrado para las próximas generaciones.
Como mujer joven mitad paquistaní recién graduada que intenta abrirse paso en el mundo del desarrollo internacional, conocer a Yasmeen Lari en Pakistán fue una de las experiencias más inspiradoras que he vivido. Para mí fue algo increíblemente especial que una mujer tan maravillosa y fascinante me introdujera a parte de mi propia herencia.
Tras estudiar en la Escuela de Arquitectura de Oxford, en el Reino Unido, Yasmeen se convirtió en la primera arquitecta mujer de Pakistán. Mientras íbamos en el auto por Karachi, como al pasar me señaló sus diseños, diciendo “ese es uno de mis trabajos”, a la vez que saludaba con la mano ante un alto edificio espejado, que se erguía sobre nosotras con un estilo impresionante de la década del 80.
No obstante la magnificencia de sus diseños, ella mantiene una actitud humilde en todo lo que hace, pero nunca se menosprecia. Me cuenta sobre el trabajo humanitario que hace, pero no como una salvadora, sino a raíz de lo ignorante que había sido ante las realidades de pobreza y desigualdad en Pakistán:
“Hasta el año 2000, fui una arquitecta de proyectos enormes y nunca había trabajado en serio con las comunidades […] Esto recién sucedió en el 2000, porque hubo un terremoto tremendo en Pakistán y, en sitios históricos en los que había trabajado tuve la oportunidad real de estar junto a las personas, especialmente en comunidades rurales, en las que la gente había sido desplazada. Por primera vez empecé a ver cómo es la otra parte de Pakistán, antes no tenía noción de eso. Entonces, pude verlo todo con una perspectiva nueva, pude ver dónde estaban los problemas”.
Con el tiempo, Yasmeen cerró su estudio de arquitectura para enfocarse exclusivamente en el trabajo humanitario. Como arquitecta en un mundo de hombres, ha sufrido mucha discriminación, por el solo hecho de ser mujer. Y esta experiencia se hizo aún más notoria en las comunidades rurales en las que empezó a trabajar:
“Como soy mujer, puedo acceder fácilmente a las mujeres. Y siempre tuve la sensación de que se las ha dejado de lado porque en la mayoría de los equipos que vienen, o incluso, y en especial, en las organizaciones internacionales… prácticamente no ha habido mujeres trabajando en el terreno. Entonces, en realidad, hasta ahora no se habían comprendido bien las problemáticas de las mujeres. Y yo fui muy afortunada al tener la oportunidad de hablar con ellas y descubrir cuáles son sus inquietudes y problemas”.
Como parte de su trabajo en la Fundación Heritage de Pakistán, Yasmeen ha utilizado su interés y su experiencia en las técnicas de construcción popular para mejorar las vidas de las mujeres. Las Chulahs de Pakistán son un ejemplo de dichas intervenciones. El diseño de la chulah fue uno de los dos proyectos ganadores de los Premios Mundiales del Hábitat de 2018 y surgió a raíz de la necesidad de proporcionarles a las mujeres una posibilidad de vivir con dignidad:
“La sociedad pakistaní es extremadamente conservadora y, en líneas generales, está dominada por hombres. […] Las mujeres están marginadas en todos los ámbitos, [pero] la mujer rural es la que más sufre […], [tiene que] someterse a una enorme carga de trabajo. Las mujeres de zonas rurales […] trabajan mucho en el campo —se encargan del ganado, la limpieza y la cocina, y mucho más. Por lo tanto, realizan muchísimas tareas, pero, en realidad, no tienen ninguna propiedad a su nombre, ni tampoco dinero ni cuentas bancarias, y, en consecuencia, no tienen ningún tipo de poder o confianza.
Además, particularmente yo considero que algo muy importante es el estilo de vida tan poco digno al que deben someterse a causa de [la] falta de cualquier clase de instalaciones o servicios. Por ejemplo, no hay baños y el campo cumple esta función, las cocinas se montan en el suelo con llama expuesta, lo que provoca todo tipo de enfermedades y molestias en los ojos y las vías respiratorias…”
La chulah representa una parte de la intención de satisfacer lo que ella denomina “las cuatro necesidades básicas” —techo, agua, saneamiento y comida— sin las que nadie puede sobrevivir. Se trata de un enfoque holístico e integrado, liderado por las personas. Yasmeen empezó a implementar esto para las personas de la zona que estaban en mayor desventaja, las comunidades de mendigos del área alrededor de Makli, que es Patrimonio Mundial. Le garantizó a cada familia su propia estructura prefabricada de bambú y una chulah de Pakistán, así como acceso a baños ecológicos y bombas de agua compartidos:
“Se les explicó que no se trataba de un regalo gratuito. Deben pagarlo de alguna manera, y […] tuvieron que realizar trabajo voluntario en la comunidad durante un mes. Los resultados han sido increíbles. La gente no solo participó, sino que construyeron sus casas y limpiaron el lugar, que, de repente, se convirtió en un mundo nuevo, en el transcurso de cuatro o cinco meses”.
Los logros de Yasmeen son realmente notables. Su vida fue privilegiada, pero lo que hizo fue utilizar ese privilegio para traspasar límites y generar cambios duraderos. Se convirtió en una de las personas de su país más reconocida en su área, al diseñar edificios que hoy son referentes, como la Casa PSO y el Banco ABN Amro en Karachi, mientras dirigía su propio estudio de arquitectura. En 1978 la nombraron presidenta del Instituto de Arquitectos de Pakistán, en 1983 fue la primera moderadora del Consejo de Arquitectos y Planificadores Urbanos de Pakistán, y en 2006 recibió el premio Sitara-e-Imtiaz, el tercer reconocimiento civil y de honor de Pakistán.
Publicó varios libros y dio conferencias en Pakistán y en el exterior, y fue reconocida como una de las 60 mujeres que más contribuyeron durante los 60 años de la UNESCO. El éxito de Yasmeen viene acompañado de gran humildad y generosidad. Durante mi viaje a Pakistán, me inundaron su ambición infinita y su amabilidad genuina. Gracias por inspirarme, al igual que sin duda lo habrá hecho con otras jóvenes de todo el mundo, para seguir intentando abrir puertas para otros.
“La próxima generación de mujeres debe saber que no existen las soluciones fáciles. Seguramente, enfrentaremos la resistencia contra la igualdad de género muchas décadas más. Las mujeres que hayan superado ese obstáculo o hayan roto el techo de cristal tienen la responsabilidad de intentar abrirles las puertas a otras, para que, con el tiempo, hasta las sociedades conservadoras apoyen a las mujeres para que alcancen su potencial”.[1]
[1] Lari, Y. (2006) “Teamwork for cultural heritage preservation” en 60 women contributing to 60 years of UNESCO: constructing the foundations of peace, UNESCO: París, pág. 137.
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