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Después de 10 años trabajando en urbanismo me sigue sorprendiendo la poca atención que los urbanistas y los profesionales de la vivienda prestan a la desigualdad urbana y a la vivienda informal. A menudo salgo de conferencias con urbanistas preguntándome para quién es el urbanismo. En la mayoría de las ocasiones soy una de las pocas antropólogas y siempre tengo que justificar por qué me considero una urbanista.

Es éste un hecho curioso, sobre todo si consideramos que el crecimiento urbano global está concentrado en asentamientos informales, auto-construidos y autogestionados. El crecimiento de los suburbios ha superado a la urbanización en sí misma desde 1970. Hoy en día, 1.000 millones de personas viven en suburbios, lo cual se doblará en los próximos 15 años. En 2050 se puede llegar a triplicar y por ese entonces sus habitantes representarán un tercio de la población mundial. El desafío es enorme.

En muchas ciudades como Rio o Caracas, el mercado de la vivienda formal tan solo da respuesta al 25% del total de la demanda. En esas mismas ciudades se construyen cerca de 100.000 viviendas nuevas cada año y, a pesar de eso, decenas de miles de personas tienen que buscar una solución al problema de la vivienda, normalmente en el mercado informal y, a veces, ilegal.

Por todo ello, cuando hablamos de ciudades tenemos que hablar también de los suburbios. El suburbio es la ciudad; no una parte separada que necesite ser integrada. Según el periodista de Guardian Cities Justin McGuirk, el 85% de la vivienda en todo el mundo está construida “ilegalmente” (2013). Esto no solo ocurre en países en vías de desarrollo, sino también en Europa, por ejemplo en el fenómeno londinense de los super sheds (habitar los cobertizos).

Las ciudades del futuro, tema tratado en muchas de las conferencias sobre urbanismo; esas ciudades que crecen más rápido, que no se construyen con vidrio y acero, sino con paja, plástico reciclado, trozos de madera y ladrillos fabricados con escombros. Ciudades en las que la vivienda no la construyen las constructoras, promotoras o los legisladores que asisten a las conferencias, sino la gente que allí vive.

Poco a poco, nos estamos acercamos a un cambio de paradigma sobre qué es y para quién es el urbanismo. Otro urbanismo está emergiendo: un urbanismo social, un proceso que moviliza a la gente y les permite mejorar su entorno y sus oportunidades económicas. Es un proceso que sitúa a la gente por delante del beneficio económico, un proceso que no viola los derechos humanos y el derecho a una vivienda digna en la ciudad.

En la World Habitat, a través de la organización de los Premios Mundiales del Hábitat junto a ONU-Hábitat, vemos como esto sucede en muchos lugares y es importante aprender de enfoques que funcionan. Cada año vemos cientos de proyectos de comunidades que se organizan para afrontar sus necesidades relacionadas con la vivienda. Prácticas informales están empezando a posibilitar un goteo de la riqueza de abajo hacia arriba y a transformar las políticas concebidas de arriba a abajo.

Estos proyectos pueden enseñarnos diferentes estrategias, las cuales pueden ayudar a urbanistas y profesionales de la vivienda a construir desde la informalidad, trabajando de la mano con movimientos sociales urbanos existentes y alcanzando alternativas mejores y más viables. Hablaremos aquí sobre algunos de estos proyectos por lo que les recomendamos que se mantengan atentos a este espacio.

Line Algoed, Gerente de Programa, World Habitat

Haga clic aquí para escuchar a Line Algoed hablar sobre el concepto de ilegalidad en las ciudades en la edición del The Urbanist en Monocle Radio.


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