Yue Zengwu tiene 72 años y vive en la aldea de Macha, donde se convirtió en el primer propietario de una casa prototipo.
Creo que era la persona más triste y pobre de la aldea.
Tengo una esposa y dos hijos. Mi esposa tiene problemas de salud mental y no puede salir de casa. Uno de mis hijos perdió la vista en un ojo de muy joven. Soy el único que trabaja y se encarga de la familia. La vida ha sido difícil, y me sentía agotado la mayor parte del tiempo.
Mi padre construyó mi casa en 1963, y las condiciones eran tan miserables que cuatro de nosotros tuvimos que amontonarnos en la casa de mi hermano. Vivir bajo el techo de otra persona nunca es una salida. Siempre soñamos con tener nuestro propio hogar. Pero sí, solo era un sueño, y nos parecía prácticamente imposible que pudiera hacerse realidad.
En 2012, el profesor Mu Jun y su equipo visitaron nuestra aldea y dijeron que querían iniciar un “proyecto de construcción moderna de tapia” y construir una casa de demostración. ¡Eran mi única esperanza! Me sentí muy agradecido de que la aldea nos eligiera como familia beneficiaria por mis condiciones difíciles. Sin embargo, muy en el fondo de mi corazón, no me convencía que la casa fuera de tierra. Me preocupaba mucho que mi hijo no pudiera casarse en un futuro si seguíamos viviendo en una casa de tierra como la anterior. Pero de cualquier manera, tenía que darle una oportunidad y contribuir de la manera que fuera posible.
Cuando el profesor Mu Jun y su equipo empezaron a construir mi casa con otros artesanos de la aldea, me di cuenta de que no tenía de qué preocuparme. Se encargaron de todos los detalles. Nuestra casa realmente se construyó con lágrima y sudor del profesor Mu Jun y de muchos otros de sus amables alumnos como Wan Shuai, Lipeng y Dichao. Se quedaron meses viviendo en nuestro refugio, construyeron con nosotros y pasaban todo el día en el lugar de construcción. Incluso, cuando llovía o nevaba, tenían que caminar 10 kilómetros para llegar a mi casa, porque el camino de tierra no es apto para ningún tipo de vehículo.
Ya vivo en nuestra nueva casa hace siete años. Es cómoda, fresca en verano y cálida en invierno. Durante los inviernos helados, podemos calefaccionar la casa simplemente con nuestra “cama estufa” (kang) y mantenerla calentita. Todo esto nos permitió ahorrar mucho dinero.
Una vez que terminaron mi casa, casi todos los residentes de la aldea vinieron a visitarnos. Incluso vinieron a conocer la casa estudiantes, jefes del gobierno, extranjeros y hasta la Televisión Central de China. Antes, mi hijo era muy reservado, porque solo tiene un ojo. Se sentía inseguro para mirar a los demás. A medida que recibíamos más y más visitas, empezó a abrirse. Ahora, le encanta hacer amigos y reunirse con gente en el centro comunitario de la aldea. También aprendió a manejar una motocicleta de tres ruedas y me ayuda en el campo.
Ha sido una transformación total para mí y mi familia.
Realmente estoy muy agradecido con todas las personas que ayudaron a hacer realidad mi sueño. Tenemos la mejor casa del mundo.
Dong Junlian es una ama de casa de 48 años de la aldea de Macha. Su marido es médico descalzo y atiende a los pacientes en la clínica de la aldea. Sus hijos viven en Sinkiang.
Como muchas otras mujeres de la aldea, me encargo de todo el trabajo agrícola, las tareas del hogar y las personas ancianas de la casa, incluida mi suegra que tiene más de 80 años. Siempre he estado muy ocupada, y sentía dolor de espalda y distención muscular casi constantemente. En general, podía descansar un poco durante la época de lluvia o la temporada baja de la actividad agrícola. Lo único que podía hacer era charlar con mis vecinos o mirar televisión. La vida era simple y, de hecho, un poco aburrida.
Hace tres años, abrió el Centro Comunitario de la Aldea de Macha. El señor Chang Zhuqing y el señor Lu Weiwei, de la Fundación WZQCF, organizaron una serie de actividades y celebraciones con voluntarios de universidades. Teníamos mucha curiosidad y nos sumamos a la diversión con varias amigas de mi hermana. Fue la primera vez que vimos jóvenes que venían de ciudades grandes, incluso de Hong Kong y el extranjero. ¡Hasta nos invitaron a un baile en la plaza!
Después de eso, cada vez más estudiantes de la universidad venían a nuestro centro para realizar diferentes actividades y ofrecer servicios. Nunca faltaba el baile al final del campamento, y siempre nos invitaban. Nos divertíamos mucho y cada vez lo disfrutábamos más.
Entonces, junto a varias de mis amigas formamos nuestro primer “Equipo de Baile de Mujeres”. Me eligieron como líder del equipo. Empezamos a reunirnos para bailar todas las semanas, y hoy el equipo tiene 40 integrantes. ¡Hasta vamos a otras aldeas y nos inscribimos en competencias de baile! Empezamos a abrirnos para ver el mundo exterior.
Pero no estamos aquí por el baile únicamente. También somos responsables de todo el funcionamiento del centro comunitario de la aldea. Establecemos reglamentos y normas para nuestra biblioteca comunitaria, ordenamos los espacios y organizamos actividades para nuestra aldea durante el Festival de Mujeres, el Año Nuevo Chino, fiestas del Bote del Dragón, etc. Somos asistentes voluntarias de las personas ancianas dejadas atrás en la aldea, y organizamos festejos de cumpleaños para ellos. Todas compartimos las papas y el maíz dulce que cultivamos en casa, hacemos los dumplings que nos gustan, planificamos nuestras propias actividades y celebramos con toda la aldea.
Ahora, las mujeres de la aldea como nosotras también están interesadas, y el jefe de la aldea incluso nos tiene en cuenta para la toma de decisiones sobre algunos temas sobre la vivienda y la comunidad.
En el futuro, tenemos muchas ganas de aprender más cosas en el centro comunitario de la aldea, administrar nuestra propia cocina y tener un negocio comunitario, realizar trabajos en nuestra aldea y mejorar los medios de vida con nuestras propias manos.
Xingyoung, de 44 años, es un artesano de la aldea de Macha.
Al no tener demasiado conocimiento ni experiencia, ganaba muy poco y, la mayoría de las veces, la gente se atrasaba para pagarme. Para el Año Nuevo Chino no podía aportar casi nada en mi casa, incluso habiendo trabajando duro todo el año.
En 2012, tuve la oportunidad de aprender una técnica avanzada para la construcción de tapia con el profesor Mu y su equipo. Al principio, a muchos residentes de la aldea, incluido yo, no nos interesó demasiado la propuesta, ya que pensábamos que nadie que tuviera dinero construiría con tierra. Este material se consideraba algo del pasado y solo se usaba para refugios para los pobres.
Sin embargo, la construcción de la primera casa prototipo me hizo cambiar de opinión por completo. Todavía recuerdo lo que nos costó demoler la pared que habíamos construido con defectos. ¡Nunca me imaginé que una pared de tierra podía ser tan fuerte! El costo no es tan alto y las estructuras de este material resultan cómodas en todas las estaciones del año, y lo más importante es que son resistentes a los terremotos. Pueden ser tan hermosas como una casa de ladrillo refractario.
Es la primera vez que me siento tan orgulloso de nuestro propio método de construcción con tierra y de nuestra tradición ancestral.
Como aprendí nuevas habilidades, me llamaron para participar en la construcción de más casas con tecnología avanzada de tapia en la aldea, e incluso para sumarme junto a otros estudiantes voluntarios a la construcción de nuestro centro comunitario. Estoy muy orgulloso de poder construir también un centro comunitario de tapia tan moderno y hermoso para la aldea.
Como el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano y Rural de China adoptó la tecnología, tuvimos la oportunidad de visitar diferentes partes de China y de construir nuevas casas de tapia con los residentes locales. A todos les encanta que les enseñe, y eso me alegra mucho. Luego, ayudé a fundar la primera cooperativa de tapia en la historia de la aldea de Macha, y otros residentes podrán utilizar este método de construcción para ganarse la vida. Contamos con más de 40 miembros y nuestro salario aumento un 50 por ciento, por lo menos. Estoy muy contento de que a las personas les gusten las construcciones que hacemos y respeten nuestro trabajo. Ahora, ya casi nunca nos pagan con atraso.
Durante los últimos dos años, hasta tuvimos la posibilidad de participar en construcciones de referencia en ciudades grandes como Pekín, Xian y Luoyang. Pudimos participar en la construcción de grandes edificios emblemáticos como el Museo Nacional de Reliquias Erlitou, en Luoyang, y mostrar nuestra hermosa pared de tapia en la Exhibición Internacional de Horticultura. Me dijeron que el museo sería la construcción de tapia más grande del mundo.
Siempre que termino un proyecto siento mucha felicidad al ver que todos están muy orgullosos de lo que hice, y al escuchar a todos diciendo lo lindo que es. Nunca imaginé que nuestra tradición ancestral podría tener un impacto tan grande.
No fui a la escuela y no tengo muchos conocimientos. Sin embargo, ahora, cada vez que me reúno con un profesor o un alumno de la universidad, siempre me llaman “Maestro Xing”. ¿No es increíble?
Wang Weiji tiene más de 70 años y es el único artista de Qinqiang en la región de Macha. Ha practicado Qinqiang durante más de 50 años.
Qinqiang (la canción de Qin) es una ópera tradicional del noroeste de China, con una larga historia de más de 2000 años. Empecé a saber sobre esto cuando era adolescente y me fascinó. A los veinte años, empecé a aprender sombras chinas y trabajé como artista performático durante más de diez años. Justo antes de que mi maestro se jubilara, me dio su tan preciada caja de teatro de marionetas y me dijo que esperaba que yo pudiera transmitir este arte ancestral.
Con el deseo de mi maestro en mente, en la década del setenta, empecé a desarrollar mi propia compañía teatral. En esa época, siempre actuábamos en cualquier lugar donde hubiera ferias de templo o festivales. Ganábamos apenas una pequeña suma, algunas decenas de renminbis por cada presentación, pero por lo menos manteníamos vivo este arte ancestral.
No obstante, durante los últimos 20 años, muchas personas de la aldea se fueron y a los más jóvenes no parecía interesarles demasiado ver las sombras chinas. Ya hacía varios años que las ferias de templos se hacían con mucha menos frecuencia. Para poder subsistir, algunos de los miembros decidieron buscar un trabajo fuera de la aldea. Como no había jóvenes que quisieran aprender, no tuve otra alternativa que disolver la compañía teatral. Tenía algunos problemas en los pies, por lo que solo podía hacer algunos trabajos agrícolas en la aldea. Tuve que guardar la caja de teatro en mi casa, sin saber a quién podría dársela. Los artes Qinqiang y de sombras chinas con marionetas estaban muriendo en la aldea.
Hace tres años, por fin se construyó el Centro Comunitario de nuestra aldea. Un día, Zhuqing y Weiwei, de la Fundación WZQCF escucharon hablar de mí por medio de otros residentes, y vinieron a conocer mis historias. Les gustaron mucho y nos invitaron a hacer un estreno de la presentación en la ceremonia de apertura del centro y la celebración posterior. Desbordante de emoción, desempolvé la caja de teatro, que no había abierto por más de 10 años. Rápidamente llamé a varios de mis amigos de la compañía de teatro, con los que había perdido contacto hacía mucho, y me reuní con ellos para preparar el espectáculo.
Estábamos todos muy contentos de poder hacer la obra juntos. Nunca olvidaré aquél momento, con nuestro centro comunitario repleto de gente de diferentes aldeas, estudiantes y visitantes.
Todos vinieron para ver nuestro espectáculo, tomar fotos y divertirse hasta entrada la noche.
Desde entonces, establecimos formalmente nuestro “Grupo de autoentretenimiento con Qinqiang para la tercera edad”, y muchos de nuestros amigos venían varias veces por semana a practicar Qinqiang y charlar. Hasta tenemos nuestro propio cuarto para guardar los instrumentos y materiales. Incluso, algunas personas muy amables nos donaron instrumentos musicales, y estudiantes voluntarios también nos ayudaron a hacer una nueva tarima de teatro. Siempre que vienen estudiantes voluntarios, nos invitan a presentar nuestras obras y compartir historias. Nos gratifica muchísimo ver que hasta personas de otros países disfrutan nuestros espectáculos. Actualmente, nuestro Grupo cuenta con más de 50 miembros, y nos reunimos para hacer presentaciones cada vez que hay eventos en la aldea o los alrededores.
¡El arte de Qinqiang y las sombras con marionetas volvieron a la vida en la aldea de Macha!
Ma Jijun, de 35 años, creció en la aldea de Macha.
Como mucha gente joven que vive en aldeas pobres, hice todos los esfuerzos para estudiar, trabajar y vivir en la ciudad. Pero la vida en la ciudad no es tan maravillosa como pensamos. Muchos de nosotros no podemos encontrar un trabajo estable ni ganar un salario decente, y mucho menos tener una casa propia.
Nuestra aldea se encuentra en un lugar remoto y pobre, y no hay muchas oportunidades. Los residentes tienen que caminar mucho hasta el mercado y comprar todo lo que necesitan en ciudades cercanas. Tampoco pueden vender lo que producen a un buen precio. Por este motivo, muchas personas jóvenes siguen prefiriendo mudarse a la ciudad, y dejan atrás a los niños y ancianos.
Hace tres años, supe que la Fundación WZQCF construyó un centro comunitario en la aldea. Les propuse al jefe de la aldea y a WZQCF mi idea de montar una tienda de la aldea de Taobao en el centro comunitario, y todos se comprometieron a ayudar y me otorgaron un espacio sin costo. También me inscribí en un programa de capacitación de Alibaba, traje el primer cable de banda ancha a la aldea y monté la primera tienda en la historia de la aldea de Taobao con todo el dinero que tenía en el banco.
Desde entonces, los jóvenes que estudian o trabajan en la ciudad pueden recibir regalos de sus padres que están en la aldea. Los residentes también pudieron satisfacer diferentes necesidades por Internet y comprar a través de nuestra tienda. A las personas de la aldea les encanta usar nuestro servicio de wifi, aprenden a comprar cosas por Internet y a usar sus teléfonos inteligentes. Nuestra aldea produce un buen trigo sarraceno y aceite de semilla de lino, que a partir de ahora estarán disponibles en línea. Todo esto abrió una ventana al mundo para los residentes de la aldea.
Mi esposa, mis dos hijos y yo vivimos en el centro comunitario de la aldea, nos encargamos de su funcionamiento, y también trabajamos un poco en el campo y pasamos tiempo con nuestros abuelos. Cuando vienen estudiantes voluntarios, visitan nuestra tienda, y me encanta compartir mis historias con ellos. También abrí una cuenta pública de la aldea de Macha en WeChat, y escribo publicaciones y actualizaciones sobre las actividades y las novedades de lo que sucede en Macha y en el Centro Comunitario. Muchas personas de aldeas y suburbios cercanos también vienen para sumarse a nuestras actividades.
Hoy nuestro centro comunitario es un punto de encuentro para las personas y los corazones, no solo para los residentes de Macha, sino también para amigos y parientes de aldeas, pueblos y ciudades cercanos, y estudiantes de Hong Kong y otros lugares más lejanos.
Honestamente, mi salario aquí en Macha todavía no se compara con lo que puedo ganar en la ciudad. Sin embargo, lo que recibo vale mucho más que el dinero que pueda ganar. Puedo vivir en mi casa, estar con mi familia y tener el estilo de vida que me gusta.