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En octubre de 2017 visité varias comunidades en Taclobán, Filipinas, para ver el Programa de Vivienda de Auto-Recuperación Post-Haiyan. Esta fue una de las visitas que se llevó a cabo para ayudar a decidir los ganadores de los Premios Mundiales del Hábitat 2017. El programa coordinado por CARE Filipinas ayudó a personas en zonas remotas del país a reconstruir sus casas luego de que fueran destruidas por el super-tifón Haiyan en 2013. Haiyan fue el tifón más fuerte y más destructivo jamás registrado. En lugar de re-ubicar a la gente o de construir nuevas casas, este programa brindó materiales y capacitación para que la gente pudiera reconstruir sus propios hogares. El proyecto ayudó a 15.500 familias a reconstruir sus hogares.

Luego de un viaje de 24 horas desde el Reino Unido llegamos al aeropuerto de Taclobán en la isla de Leyte de las Filipinas. El aeropuerto estaba funcionando completamente con vuelos frecuentes llegando y saliendo de la isla, pero lo que más me impactó fue el edificio del aeropuerto – estaba un poco dañado y parecía en construcción. Simbolizaba exactamente lo que pasó en esta zona de las filipinas luego del mayor tifón que haya azotado en la tierra. Ellos se habían recuperado, no habían dejado que Haiyan los venciera, pero había crueles recordatorios de lo que había sucedido.

Nos recogió CARE Filipinas, quienes nos llevaron a nuestro hotel en el centro de Taclobán. Durante el viaje logramos ver el contexto, las calles, los edificios – toda la zona. Había mucha gente, muchos niños y casas que también servían como medio de vida de la gente, tales como negocios.

Nos señalaron los lugares significativos – tales como el estadio de deportes que había sido seleccionado como un lugar seguro para que la gente vaya durante el Tifón Haiyan. Sin embargo, la oleada fue tan potente que causó una enorme inundación con riesgo de ahogamiento. Comencé a entender la fuerza inesperada e impredecible de Haiyan. Todos habían sido vulnerables frente a sus poderosas fuerzas.

Realmente logré entender el impacto de Haiyan a través del tiempo que pasé con una mujer llamada Minet. Minet es madre, abuela, y amiga de mucha gente. Ella ama cantar. Ella ama a la gente. Ella ama la vida. Minet trabaja como Directora Ejecutiva de LCDE, una organización no gubernamental de respuesta ante desastres. Ellos estaban acostumbrados a lidiar con desastres y estaban preparados para el tifón, pero no esperaban la destrucción masiva que causó Haiyan. Minet pertenece a una de las muchas organizaciones que trabajaron con CARE para ayudar a miles de otros a volver a algún tipo de realidad. Ella estuvo en el terreno en Taclobán trabajando en asociación con CARE para distribuir materiales, alimentos y consejos a las comunidades afectadas por el tifón.

Ella había perdido su hogar. Había perdido su oficina. Había visto una destrucción total de los lugares a los que llamaba su hogar. Durmió en carpas improvisadas mientras se llevaba a cabo la reconstrucción de su hogar. Pero ella ayudó a otras personas a reconstruir sus vidas. Esto la fortaleció en un momento en el que sentía tan frágil. Es gente ayudando a otra gente.

Durante mi visita a Taclobán pude conocer a las comunidades que se beneficiaron del programa de CARE Filipinas, una de las cuales estaba ubicada en las montañas rurales. Fue el viaje más largo y más empinado que jamás había hecho. Para mí parecía como si estas personas estuvieran a un millón de millas de distancia de cualquier otra. Eran una comunidad muy difícil de alcanzar, incluso en buen tiempo. Sin embargo, Minet conocía a esta comunidad por su trabajo diario, por lo que supo, incluso apenas después de Haiyan, que estas personas podían ser alcanzadas y ayudadas. Los derrumbes y el daño del tifón significaban que esta comunidad necesitaba el apoyo de CARE para poder comer, educar a sus familias y reconstruir sus hogares.

Minet y su organización son un ejemplo de porqué este proyecto es tan innovador. CARE había posibilitado a la gente conocedora de la zona reaccionar rápidamente y ayudar a crear mejor vivienda al capacitar a las comunidades para volver a construir sus viviendas de manera más segura. Y el proyecto continuó ayudando a la gente después que las casas hayan sido reconstruidas. Las comunidades recibieron asistencia con sus medios de vida. Esta fue utilizada de distintas formas por distintas comunidades. En un pueblo adonde casi todos trabajaban en el cultivo de arroz, los fondos se combinaron para comprar un molino de arroz. Esto les permitió ganar más dinero con el arroz que cultivaban. En otros pueblos los fondos se utilizaron para brindar más educación para los jóvenes.

Nos dijeron que sin ayuda, las comunidades habrían reconstruido sus hogares, pero probablemente lo hubieran hecho más lentamente, siendo como resultado menos seguros y de peor calidad.

Me inspiró mucho el positivismo y la resiliencia de la gente que vive en Taclobán. Perder todo significó que necesitaron reconstruir todo. Estas personas no reconstruyeron simplemente una casa improvisada, sino que crearon hogares, vidas y un futuro para todos. También demostraron que hay una solución para un problema severo. ¡Y estoy segura que pueden inspirar a gente en todos lados!


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