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En las últimas semanas he conocido mucha gente increíble en España – en las ciudades de Valencia y Barcelona para ser precisa. Estuve allí para ver como la Rais Fundación (en Valencia) y Arrels Fundació (en Barcelona) están llevando adelante los primeros pasos en la Campaña Europea para Terminar con el Sinhogarismo en las Calles a través de alentar y facilitar que los residentes locales conozcan a las personas sin hogar que duermen en las calles de la ciudad y aprendan sobre sus vidas. El modelo funciona a través de conocer a cada persona sin hogar por su nombre y descubrir sus problemas y vidas, con el objetivo de alentar a aquellos que brindan servicios o definen políticas a que prioricen la provisión de vivienda y de apoyo para aquellos con las mayores necesidades. Está basado en la Campaña de las 100.000 Casas en los EEUU, la cual logró que más de 200 comunidades encuentren hogares para más de 100.000 de las personas sin hogar más vulnerables.

Muchas de las personas que conocí eran menores de 30 años – algunas de ellas voluntarios, otras personas sin hogar. Muchos de los voluntarios habían terminado sus estudios y estaban buscando trabajo, y otros estaban en las etapas iniciales de su vida laboral – pero todos estaban allí porque querían lograr algo positivo. En realidad, a veces no había mucha diferencia entre las historias de los voluntarios y de la gente durmiendo a la intemperie – salvo la diferencia enormemente significativa de si tenían o no un techo sobre su cabeza.

IA blog - A generation at risk (4)

Cuando estuve en Barcelona la semana pasada me dijeron que el 80% de las personas entre 18 y 30 años viven con sus padres y que esta cifra está aumentado debido al desempleo (actualmente al 45% para la gente joven), la falta de vivienda asequible, los aumentos en el precio del alquiler o como resultado de expropiaciones.

A pesar de que siempre ha habido en España una tradición de gente joven viviendo con sus familias por más tiempo que en el Reino Unido – de donde vengo- el desempleo y/o la falta de vivienda resultan en que mucha gente joven no tenga otra alternativa que permanecer en ‘casa’ por más tiempo.

En Valencia conocí a mucha gente joven entre los más de 280 voluntarios, viviendo en casa con sus padres, buscando trabajo.

250 volunteers

Ellos sabían sobre el HomelessMeetUp (el nombre de Valencia para las actividades de una semana en abril conociendo a la gente viviendo a la intemperie, escuchando sus historias e identificando sus necesidades) a través de amigos y decidieron que querían hacer algo…tenían muchas ganas de saber más sobre la gente que vieron durmiendo en las calles de su ciudad pero con quienes no habían hablado antes…y querían ser parte de resolver las cosas. Durante tres noches, tres equipos de voluntarios fueron liderados por personas que conocían la zona (personal de Rais, voluntarios y pares [personas con experiencia personal de sinhogarismo]) y quienes también conocían a muchas de las personas en las calles.

IA blog - A generation at risk (3)

No todos los voluntarios o las personas durmiendo a la intemperie que conocí eran ‘gente joven’ – en Barcelona, por ejemplo, noté que había una diferencia de edad muy amplia. Estamos a la espera de los resultados de las encuestas sobre la gente que conocimos en las calles, pero en base a lo que vi, las edades de las personas durmiendo a la intemperie eran variadas, tal como lo eran las razones por las cuales estaban durmiendo en la calle.

IA blog - A generation at risk (2)

Lo que realmente me conmovió fue que tan fina puede ser la línea entre el hogar y la calle.

Si sucede que uno se lleva bien con su familia y sucede que ellos tienen espacio y si acaso pueden costear el apoyarte, quizás estés bien y no termines como tantos que no tienen dinero, apoyo, o un techo seguro sobre su cabeza.

Pero si no te llevas bien – y vamos, no todos se llevan bien con sus padres o son bienvenidos en la familia – quizás hay una pelea o tu familia simplemente no puede, no lo hace o no lo haría, entonces quizás termines sin hogar y durmiendo en las calles.

En un país adonde tantos dependen de la fragilidad de tener una familia de apoyo, el riesgo de un aumento significativo en el sinhogarismo entre la gente joven parece ser muy alto. El desafío para España y otros países es encontrar maneras de evitar que esto suceda y prevenir lo que rápidamente se está convirtiendo en un escándalo moral y de salud.


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