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Ver un problema social con un par de ojos frescos es tanto una bendición como una maldición. Como alguien que trabajó en el sector de vivienda por varios años, pero nunca específicamente en sinhogarismo, hay mucho que necesito aprender sobre ésta, la forma más severa de necesidad de vivienda.

Sin embargo, esta posición es también un beneficio en tanto puedo ver las cosas que son normalmente dadas por sentado, supuestas o incluso activamente ignoradas. Mirándolo desde afuera, el tema de las personas durmiendo en las calles a largo plazo o problema crónico de las personas sin hogar parece representar una de las fallas más básicas y visibles de nuestros sistemas de bienestar.

Tenemos la manera, pero ¿tenemos la voluntad?

Habiendo pasado la última década lidiando con problemas de regeneración urbana y desarrollo comunitario de manera más general, lo que veo en el área de las personas sin hogar es una oportunidad única y preciada; un problema que todos convenimos que debe ser solucionado, y para el cual tenemos soluciones bien demostradas. Viniendo de un sector en el cual tanto los problemas como las soluciones son difíciles de demostrar y siempre disputados, pareciera que estamos en una buena posición para encarar este problema y mejorar la vida de muchas personas.

Cuando digo que tenemos soluciones bien demostradas, podemos considerar el enfoque de Vivienda Primero (VP) como una de estas soluciones. Bajo VP, las personas son alojadas en vivienda permanente como un derecho básico, y se les proporciona apoyo sin condiciones u obligaciones significativas. Existe una creciente evidencia convincente de que esta es una intervención efectiva. Esta evidencia es, como siempre, disputada, y podemos aceptar críticas variadas a la misma; el enfoque excesivo en el sostenimiento de vivienda, el tener como meta grupos que son ‘más fáciles’ de alojar, las dificultades en la aplicación de este enfoque en migrantes, etc.

No obstante, cuando miro a través, por ejemplo, del trabajo de Busch-Geertsema en varios proyectos de VP en ciudades europeas, me quedo perplejo por el peso de esta evidencia. En todos menos uno de los proyectos estudiados hubo una tasa de retención de vivienda de más de 79%, y la mayoría de esos proyectos trataban de alojar a personas con una mezcla de problemas mentales y adicciones. Si yo hubiera encontrado una solución para la regeneración urbana que fuera 79% efectiva y que no requiriera una inversión de capital enorme, hubiera deseado que esa solución fuera adoptada rápidamente.

Hablando claro, esto representa un imperativo moral para actuar. Lo que hemos aprendido de nuestro trabajo en jornadas de intercambio con la campaña de las 100.000 Casas en los EEUU es que la falta de techo crónica puede ser reducida drásticamente con la acción coordinada y enfocada. Para los europeos que participaron en las jornadas de intercambio, se han planteado una serie de preguntas, particularmente sobre hasta qué punto este modelo de campaña podría ser aplicado a través de Europa. El intercambio nos dejó con una pregunta perspicaz; pareciera que tenemos la manera, pero ¿tenemos la voluntad?

Para probar esto, la World Habitat reunirá a personas de diferentes ciudades europeas, junto con la Federación Europea de Organizaciones Nacionales que trabajan con las personas sin hogar (FEANTSA). Nuestro objetivo es debatir cómo algunos elementos de la campaña de las 100.000 Casas podrían ser transferidos al contexto europeo, cómo podría tal campaña ser organizada y promovida, y cómo podrían conseguirse recursos.

Aún es pronto, pero el interés que ya se ha demostrado en Europa indicaría que existe tanto la voluntad como la manera.

Tom Archer, Gerente de Programa


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