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Quito

Pasaron 25 años desde que había visitado Quito. La última vez yo era un joven mochilero explorando Sudamérica por primera vez. Quito era entonces una ciudad compacta. La hermosa ciudad antigua estaba rodeada por un anillo de hogares y edificios bajos más nuevos, muchos de los cuales eran de construcción informal. La prominente estatua de la Virgen en el monte El Panecillo alguna vez marcó el límite sur de la ciudad. Hoy es virtualmente el punto central de la ciudad. En la generación que pasó desde que estuve allí por última vez, la población de la ciudad se duplicó. Nuevos bloques de torres de apartamentos, centros comerciales y autopistas han aparecido, reemplazando parte de la Quito informal y extendiendo los límites de la ciudad hasta los altos valles andinos. Hay indudablemente mayor riqueza, más comercio y la ciudad se siente más cosmopolita e internacional.

No hay nada único en estos cambios. Cada ciudad del mundo los ha sentido en mayor o menor medida. Con más gente, las ciudades han tenido que lidiar con una mayor demanda de vivienda y servicios, que generalmente llevan a una proliferación de vivienda informal y sinhogarismo para aquellos que no pueden costear los precios que se disparan. Los sistemas viejos de provisión de agua, aguas servidas y transporte a veces tienen dificultades para lidiar con el aumento en la demanda. El comercio internacional ha atraído a la propiedad extranjera y corporativa de la tierra e inversiones en los servicios de la ciudad. Esto ha llevado en muchos casos a una disolución de la democracia, ya que poderosas corporaciones dictan las reglas desde sus oficinas centrales de Nueva York y Shanghái.

La conferencia de Hábitat III que tuvo lugar en Quito este Octubre reunió a 40.000 personas de alrededor del mundo para buscar respuestas sobre cómo se pueden reunir fuerzas para el bien de la mitad de la población mundial que ahora vive en ciudades. Tal como la conferencia sobre cambio climático de las Naciones Unidas COP21 en París el pasado año, Hábitat III buscó acuerdos para una estrategia internacional de 20 años. Esa estrategia es la Nueva Agenda Urbana – un documento de 24 páginas que define un acuerdo internacional sobre cómo se planeará y llevará a cabo la urbanización alrededor del mundo, para hacer a las ciudades más sostenibles y más inclusivas. Tiene muchos defectos. Para un documento que fue aceptado por 180 países, está inevitablemente escrito en el idioma de los acuerdos y concesiones. Se omite el derecho a la vivienda y en su lugar sólo está implícito dentro del más ambiguo “derecho a la ciudad”. Rusia, Arabia Saudita e Irán aseguraron que los derechos LGBT fueran omitidos por completo y, quizás lo más importante de todo, el acuerdo es voluntario y no obligatorio.

QuitoTambién hay una triste ironía en el hecho de que los debates sobre la libertad y el derecho a la ciudad se llevaron a cabo dentro de un recinto de seguridad rodeado de vallas de 3m, patrullados por guardias armados. Los delegados internacionales autorizados eran escoltados al interior, mientras que la policía antidisturbios blindada fue utilizada para mantener fuera a la gente de la zona.

Sin embargo hay mucho de bueno en la Nueva Agenda Urbana. Busca ciudades que son compactas, que minimizan la dispersión urbana y promueven el uso genuinamente mixto del espacio público. También existe un compromiso muy necesario para terminar con el sinhogarismo.

Un documento, independientemente de cuán importante sea, nunca cambiará al mundo por sí mismo. El buen planeamiento urbano y las cálidas promesas no significarán nada a menos que las enormes fuerzas del Cambio Climático, Conflicto Global y los excesos del Financiamiento Global puedan también ser contenidos. Pero aquí hay al menos un comienzo. Dentro de 25 años temo que yo sea demasiado viejo para visitar Quito nuevamente, pero si lo hago espero ver una ciudad que sea no sólo más rica, sino una adonde la riqueza sea disfrutada por todos sus habitantes. Hábitat III y la Nueva Agenda Urbana no harán por sí mismos que esto suceda, pero podrían ser el comienzo de una nueva línea de acción global que lleve hacia ello.


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