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La escala de las dificultades que millones de indígenas enfrentan alrededor del mundo es impactante. Ellos han sido desplazados, desalojados y a veces hasta asesinados mientras intentaban proteger sus derechos y sus culturas. Hoy, en el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, es vital que nos enfoquemos en su lucha, en el progreso positivo realizado, y considerar que su lucha es nuestra lucha por un planeta más sostenible y equitativo.

Existen alrededor de 370 millones de indígenas de 15.000 grupos distintos viviendo en más de 70 países alrededor del mundo. Mientras que una de cada 20 personas en el mundo es indígena, ellos representan alrededor de una de cada siete de las personas viviendo en extrema pobreza en el mundo. Y la escala de la desigualdad es enorme entre las poblaciones indígenas y no-indígenas de cada país. Las condiciones de vida no adecuadas y la falta de acceso a la vivienda, educación, servicios de salud y otros servicios básicos son claras manifestaciones de la pobreza y exclusión de las personas y comunidades indígenas.

Ellos continúan enfrentando amenazas de desalojo y de desplazamiento de sus tierras ancestrales. El problema reside en la falta de reconocimiento legal de sus derechos y recursos. Generalmente no tienen los títulos formales de la tierra o son invisibles para los registros de tierras oficiales del gobierno, lo cual los hace susceptibles a violaciones de su derecho a la tierra.

Debido a que su tierra es su medio de supervivencia, los indígenas son guardianes vitales de nuestro medio ambiente. Perder su tierra significa perder sus hogares, recursos y medios de vida, lo cual los puede llevar aún más hacia la pobreza extrema. También puede significar que pierdan su vida. Ellos están enormemente sobre-representados entre los activistas de la tierra y el medio ambiente asesinados en los últimos años por defender su tierra, bosques y ríos de que se les quiten las tierras y recursos para el desarrollo o para proyectos de ‘conservación’.

La pobreza y el despojo de la tierra están llevando a los indígenas a mudarse a zonas urbanas, adonde generalmente sufren de condiciones de vida aún peores, marginalidad y dificultades para mantener su cultura y valores indígenas.

Pero a pesar de esto, se está logrando algo de progreso alrededor del mundo, lo cual demuestra la fortaleza y resiliencia de los pueblos indígenas para hacer valer sus derechos y lograr el cambio.

  • La comunidad indígena Mapuche Curruhuinca en Argentina abogó exitosamente por una ley que fue sancionada por el gobierno nacional en 2011, devolviendo la propiedad de una tierra ancestral de 400 hectáreas que había estado ocupada por las fuerzas armadas argentinas durante más de un siglo. La comunidad ha comenzado a construir casas y a establecer un modelo de vida intercultural para los Mapuches y otras familias de bajos recursos.
  • Los Wampis – indígenas en la Amazonía peruana – se convirtieron en la primer comunidad indígena en Perú en establecer un gobierno territorial autónomo conocido como la Nación Wampis. Mientras que son aún ciudadanos del Perú, los Wampis son ahora una comunidad auto-gobernada que protege el bienestar de su gente y su territorio ancestral de la explotación. Su victoria ha inspirado a otros grupos indígenas en Perú y América Latina a buscar la auto-gobernanza de sus tierras.
  • Un enfoque liderado por la comunidad con base de derechos ha empoderado a las comunidades indígenas en la región de Sierra Norte de Puebla en México para construir sus propios hogares, respetando sus necesidades y cultura.
  • El gobierno de Alberta en Canadá está lanzando un Programa de Capital de Vivienda Indígena de $120 millones para comprar hogares asequibles directamente diseñados y de propiedad de personas indígenas en la provincia.
  • En octubre de 2017 fue lanzado un servicio internacional para brindar subvenciones y aumentar en escala el reconocimiento de los derechos colectivos a la tierra y bosques de los indígenas.

Los ciudadanos involucrados y las comunidades locales se han vuelto más conscientes de los desafíos que enfrentan las poblaciones indígenas y están trabajando con ellos de manera colaborativa. La Fundación Tarayana en Bután está apoyando al grupo étnico Olep – una comunidad nómade de cazadores recolectores que vive en una zona remota del país – para liderar su propio desarrollo a través de mejoras de vivienda y desarrollo de capacidades. Y EPIC Homes está involucrando a voluntarios y a empresas para participar en la construcción de vivienda adecuada para familias indígenas Orang Asli en Malasia.

Mientras que celebramos este progreso, ¿no deberían estar sucediendo más cosas como éstas? ¿Conoces algunos otros ejemplos inspiradores? Nos gustaría conocer en particular casos de comunidades indígenas y lo que están realizando para defender sus hogares, sus tierras, sus medios de vida y su cultura.

Si estamos realmente preocupados por lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible y proteger los preciados ecosistemas del mundo, debemos trabajar con las personas y comunidades indígenas para  resolver estos desafíos. Y eso comienza con proteger y reconocer sus derechos a su tierra, cultura y recursos. El asegurar los derechos a la tierra de los indígenas es clave para resolver la pobreza, los conflictos y el cambio climático. Si protegemos sus derechos, no sólo ellos se benefician (como deberían), sino que también protegemos nuestro planeta.


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