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Cuando contraje matrimonio en junio del año pasado, mi esposo propuso un brindis por ‘el mejor año de su vida’. Luego terminó su oración diciendo: ‘2016 fue el mejor año de mi vida porque el Club de Fútbol de Leicester City ganó la Premier League’. Así que el Club de Fútbol de Leicester es realmente el amor de su vida. Pero ese momento, para mí, reafirmó cómo el fútbol rompe el hielo, construye relaciones y crea unidad.

Han existido algunos eventos en los que he estado involucrada en los últimos dos años que me han hecho darme cuenta cómo el fútbol se encuentra en el centro de tantas relaciones. El fútbol reúne a la gente. No importa el idioma que hables ni el equipo que sigas. Incluso para aquellos que no son ‘fanáticos del fútbol’, parece haber una ley no escrita de que la mayoría sabe algo sobre fútbol.

Mientras estaba en Valencia en abril del año pasado, participé de una ‘Semana de Conexiones’, parte de la Campaña Europea para Terminar con el Sinhogarismo en las Calles. Durante tres noches me uní a cientos de voluntarios conformados por personas de la zona y la RAIS Fundación, saliendo al encuentro de aquellos que duermen a la intemperie en las calles de Valencia.

Mi equipo incluyó un enfermero de la zona, un estudiante y un maestro. Hablamos con quienes dormían a la intemperie sobre sus experiencias y conocí a muchas personas sin un lugar al que puedan llamar su hogar. Algunos tenían 26 años, la edad de mi hermano menor, y algunos tenían edades similares a mis padres. Estaban durmiendo a la intemperie porque habían perdido sus trabajos, habían tenido alguna enfermedad o estaban escapando de problemas serios que ocurrían en su casa.

Yo sólo hablo inglés, pero el líder español de mi equipo también hablaba inglés. Para romper el hielo me preguntó de donde soy. Le respondí ‘Leicester’. Me contestó instantáneamente, ‘la ciudad de los próximos campeones de Inglaterra’. Increíblemente, el Club de Fútbol de Leicester City había logrado quitar cualquier barrera cultural y ahora teníamos algo en común. Sentí que luego de ese momento él me protegía. El sabía mucho más sobre la ciudad de donde vengo debido a la cobertura mundial que Leicester había estado recibiendo en los medios.

Era tarde y estaba anocheciendo. Las calles de Valencia estaban aquietándose mientras la gente se iba a casa luego de un día de trabajo. Vimos y visitamos a un grupo de hombres sin hogar en un pequeño parque. Los hombres, durmiendo a la intemperie, podían hablar varios idiomas, y algunos de ellos me dijeron que tenían títulos universitarios. Algunos tenían familias a las que no habían visto por años. Les preguntamos si podíamos hablar con ellos acerca de sus experiencias y sobre porqué no tenían un hogar. Ellos aceptaron pero dijeron que tenía que ser rápido, ya que había un partido de fútbol que se mostraba en una pantalla de televisión de exteriores y habían estado esperando esto durante toda la semana. De inmediato todos teníamos algo en común – el fútbol.

Más tarde, esa misma semana, conocí a un joven futbolista que estaba viviendo en las calles. El amaba el fútbol, tenía mucho talento y había jugado para el equipo local. Tenía amigos a los que iba a visitar a sus casas, adonde podía ver partidos televisados.

Lo que me impactó sobre todos estos casos fue el hecho de que el fútbol le da a la gente algo en lo cual creer y algo de lo cual hablar. Algo de lo cual apasionarse y que les dé un rayo de esperanza. Es escapismo.

Más recientemente estuve en Amsterdam en el Festival Internacional de Vivienda Social organizado por Housing Europe.

Escuché a Stångåstaden, la empresa de vivienda más grande de Linköping, Suecia. Ellos hablaron de cómo el deporte ha unido a comunidades. Los jóvenes de entre 14 y 17 años que habían estado caminando por las calles durante la noche habían sido alentados por  Stångåstaden para unirse al fútbol nocturno. Cada sábado entre las 9pm y 1am, un grupo local de jóvenes abrieron la sala del gimnasio para un partido gratuito de fútbol. Organizaron equipos al azar y luego dejaron que todos jueguen contra todos. Las estadísticas de la policía demuestran que la tasa de crímenes en la zona bajó un 48% durante estos partidos.

Luego de un año, los jóvenes decidieron crear un nuevo club de fútbol, jugando durante el día. Este se encuentra ya funcionado y más de 50 niños participan cada semana. Algunos de los entrenadores de fútbol que estaban sin trabajo han pasado a tener empleos permanentes a través del programa.

Stångåstaden también ayuda con los costos de los padres de conducir desde y hacia los días de partido, de lavar la ropa de los partidos, etc. Los padres miran a sus hijos durante los partidos y llegaron a conocerse unos a otros mucho más, construyendo comunidades y relaciones más fuertes.

Antes me quejaba mucho de que mi esposo sea fanático del fútbol. Pero al verlo a través de los ojos de distintas personas, ahora me doy cuenta qué tan importante el fútbol es realmente.

Y si el Club de Fútbol de Leicester City puede ganar la liga más vista del mundo, ¿qué nos frena a nosotros de alcanzar nuestras metas más importantes? ¿y qué podemos aprender del fútbol y de la forma en la cual une y emociona a la gente?

Imagen: Ed Melia – Desfile de victoria de Leicester City


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