En junio, Budapest se convirtió en la ciudad que más recientemente se unió a nuestra Campaña Europea para Terminar con el Sinhogarismo en las Calles, con la organización Utcáról Lakásba! Egyesület/From Streets to Homes Association (Asociación “De la calle a una casa”) a la cabeza. En esta publicación del blog, que inicialmente se redactó para The Big Issue, los miembros de la asociación explican los desafíos que enfrentan al trabajar en un “sistema disfuncional” que criminaliza el sinhogarismo en las calles, y la manera en que —más allá de esto— apoyan a las personas que no tienen hogar y dan un ejemplo de cómo podría implementarse un sistema funcional.
En Hungría, es necesario un cambio urgente en las políticas de vivienda.
Desde la precariedad de las viviendas hasta el sinhogarismo, hay un sinfín de mejoras por implementar antes de siquiera poder pensar en resolver los índices nacionales de personas sin hogar.
Durante los últimos años, la cifra de dinero que necesita una persona para mantener un techo se disparó. Una gran cantidad de ciudadanos corren riesgo de perder sus casas y muchos otros ya lo hicieron.
En la actualidad, en Hungría hay cerca de tres millones de personas viviendo en casas precarias. La precariedad de las viviendas se ve reflejada en casas en malas condiciones, hacinamiento, personas que a duras penas pueden pagar el alquiler, y personas que ya están endeudadas.
Cuando el mandato socialista llegó a su fin en 1989, las autoridades locales empezaron a vender las casas que poseían y solo mantuvieron las que se encontraban en peores condiciones. Como consecuencia, hoy los gobiernos locales solo son propietarios de un dos a un tres por ciento de todas las viviendas. Eso equivale a menos de 100.000 propiedades, la mayoría de ellas en la capital. Lamentablemente, esto quiere decir que el sinhogarismo es prácticamente un destino garantizado para muchas personas. Cuando alguien llega a una situación de calle, sin un domicilio registrado, termina atrapado en el sistema del sinhogarismo de Hungría, que solo puede describirse con la palabra disfuncional.
Supuestamente, el sistema está conformado por tres pasos: la persona se muda de un lugar en el que solo pasa la noche a un refugio para personas sin hogar, hasta que, con suerte, encuentra una casa estable.
Existen refugios de noche en los que las personas pueden dormir, pero no pueden quedarse durante el día. También hay refugios en los que pueden pasar el día, pero que no pueden usar para dormir. Los refugios de la segunda etapa permiten una estadía más prolongada, pero, de todas formas, temporaria. En definitiva, ninguno de estos lugares ofrece una ayuda real, ya que el sistema no prevé cómo se supone que estas personas encuentren una residencia permanente. Si bien reciben la ayuda de asistentes sociales, los trabajadores se ven limitados por las opciones que tienen.
Como se mencionó previamente, en este momento, los precios del mercado de vivienda son excesivamente altos. Para las personas que intentan encontrar una salida del sinhogarismo, estos precios suelen estar completamente fuera del alcance. Así, muchos acuden a las viviendas del gobierno, que cuestan menos de la mitad que las que se ofrecen en el mercado abierto. Sin embargo, las malas condiciones y la falta de disponibilidad no son los únicos problemas que los postulantes enfrentan en el intento.
La mayoría de las viviendas del gobierno se encuentran en la capital, pero su distribución en los diferentes distritos es desigual. Además, el gobierno de cada distrito tiene reglas distintas para la elegibilidad, por lo que las posibilidades de que consideren a una persona varían dependiendo de dónde se encuentre. Un problema grave es que la elegibilidad suele limitarse a las personas que ya tienen un domicilio registrado, por lo que quienes no tienen hogar simplemente quedan excluidos desde el principio.
La cantidad de estas viviendas no para de disminuir, cuando, según las estadísticas relacionadas con el sinhogarismo, debería estar aumentando.
Si bien tenemos programas de apoyo para familias, como asistencia económica para comprar o renovar sus casas, la mayoría se limitan a personas que ya tienen una propiedad o ingresos estables. No hay una red de seguridad para familias que enfrentan un proceso de desalojo y, si estas se ven obligadas a dejar sus casas, en general también se les quita la tenencia de sus hijos. Las familias de clase media y media-alta casi nunca tienen que preocuparse por temas como estos, y, aun así, los programas de ayuda parecen estar destinados a ellas. Las familias con niños tienen beneficios fiscales, y cuanto más alto es el ingreso, más alto es el beneficio.
Por lo tanto, mientras quienes tienen una vida cómoda reciben ayuda extra, el gobierno cataloga como criminales a quienes se ven obligados a abandonar sus casas y vivir en la calle. Una ley que se sancionó en 2018 estableció que vivir en espacios públicos es un delito y que quienes lo hagan pueden recibir una condena de prisión. Esto es obra de un gobierno que intenta ocultar a los ciudadanos que no tienen hogar, en lugar de ayudarlos. En un sistema de estas características, las personas sin hogar se ven obligadas a esconderse de las autoridades, lo que dificulta el trabajo de los trabajadores sociales que las ayudan.
From Streets to Homes Association es una organización sin fines de lucro. Nos basamos en un principio de Vivienda Primero, creemos que para que las personas puedan empezar una vida nueva, el primer paso es que tengan un techo estable para vivir.
Tenemos programas destinados a proporcionar vivienda a personas que viven en casas precarias o que no tienen hogar. Renovamos apartamentos vacíos que son propiedad del municipio para que las personas puedan alquilar por valores asequibles.
También administramos una agencia de vivienda, con apartamentos de propietarios privados. Mediante otro programa, conectamos a empleadores con empleados potenciales, ya que, en la actualidad, encontrar un trabajo confiable que no sea en condiciones de explotación puede resultar difícil.
Todas las personas que conformamos From Streets to Homes Association nos dedicamos a gestionar y ampliar estos programas, a fin de mostrar una manera de generar un cambio sistémico en las políticas de vivienda de Hungría.
Originalmente, este artículo se publicó en The Big Issue, que dio su generosa autorización para volver a publicarlo aquí.
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