Cada año, casi todos los proyectos presentados a los Premios Mundiales del Hábitat refuerzan mi pasión por los derechos de vivienda. A menudo, me impacta tanto el trabajo que está comenzando o en desarrollo como el de alguno de nuestros ‘comprobados’ ganadores y finalistas.
Este año recibimos una postulación de Nivasa – una organización de arquitectura sin fines de lucro que trabaja en la India. Nivasa trabaja con las comunidades para brindar mejores condiciones de vivienda. Históricamente se han enfocado en pueblos rurales, adonde la vivienda necesita desesperadamente de mejoras en muchas de las comunidades más pobres de la India. Este año nos contaron sobre una nueva área de trabajo para ellos – mejorar las condiciones de vida en los campamentos de trabajo al convertirlos en comunidades para los trabajadores.
Su postulación destacó un tema que creo no recibe mucha atención en las conversaciones sobre los derechos de vivienda. ¿Cómo estamos cuidando a los trabajadores temporarios y transitorios? Quizás porque sólo están en la obra por un período de tiempo determinado, algunos podrían pensar, “bueno, no tiene que ser perfecto, sólo estarán allí por un rato”.
Nivasa nos dijo que los trabajadores de la construcción pueden estar en la obra entre 3 meses y 3 años. También nos dijeron que en promedio hay una muerte por semana en obras de construcción en Bangalore (la capital del estado Indio de Karnataka y una de las mega-ciudades de la India, adonde la construcción está floreciendo).
Las condiciones típicas de los campamentos de trabajadores son comparables con algunas de las peores condiciones de vivienda que vemos. Personas apretadas con mal saneamiento, estructuras mal construidas, peligrosos espacios abiertos exponiendo a los trabajadores (y a veces a sus familias, incluyendo los niños) a riesgos de lesiones. Todas las consecuencias de la mala vivienda surgen de estos campamentos. Enfermedades. Mala salud física y mental. Alta tensión y estallidos de violencia porque la gente está abarrotada, sin espacio ni privacidad.
Nivasa está trabajando con desarrolladores (RMZ), contratistas (JMC) y una organización de caridad local (APSA – Asociación para la Promoción de la Acción Social) para cambiar eso. Fueron contratados por la Fundación RMZ para realizar pruebas piloto de mejores condiciones en sus campamentos de trabajadores.
Las mejoras son relativamente modestas – y aún no son lo que nosotros necesariamente llamaríamos ‘de calidad razonable’ – pero los resultados ya son sorprendentes.
Ellos limpian y crean áreas comunes para la comunidad. Arman cocinas adonde pueden almacenar comida en estanterías, en lugar de hacerlo en el piso. Ofrecen programas de educación y capacitación, y promueven mejores hábitos de salud e higiene.
Los resultados iniciales de este trabajo han demostrado que simplemente el hacer que la gente se sienta gente otra vez – creando una comunidad en lugar de un campamento – puede producir resultados positivos. Y no sólo para los trabajadores y sus familias, sino también para los desarrolladores y los contratistas. Ha habido un aumento en la asistencia de los trabajadores, menos problemas de salud, menos rotación, menos incidentes de peleas, y trabajadores que están generalmente más felices (además de empoderados – algunos ahora insisten con razón en que este estándar básico de vida es lo que esperan a futuro).
Es el comienzo de un viaje. Nivasa está utilizando sus resultados iniciales para convencer a más personas en la industria de la construcción de que tratar bien a los trabajadores es algo bueno. Incluso si la gente acepta malas condiciones como en la situación actual, eso no hace que sea lo correcto. E incluso si uno quiere ser totalmente despiadado y hablar de balances, mejores condiciones para los trabajadores equivale a mayores márgenes de ganancia.
Así que no hay excusa. Cuidar a los trabajadores temporarios es un buen negocio. Y es lo correcto.
Nivasa recibió un Reconocimiento de los Premios Mundiales del Hábitat por su excelente trabajo en promover el derecho a la vivienda.
¡Súmese al debate!