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Desde el brote de COVID-19 experimentamos muchísimos cambios. Pero, en World Habitat, nuestra visión sigue siendo la misma: un mundo en el que todas las personas tengan un hogar seguro y formen parte de una comunidad exitosa. Para lograr esto, la respuesta global a la pandemia requirió un abordaje urgente del sinhogarismo en las calles, tanto en el corto como en el largo plazo.

Recientemente, World Habitat reunió a expertos de todo el mundo para debatir sus respuestas locales a la COVID-19, como parte del Urban Thinkers Campus de ONU-Hábitat.

Estas son las cinco conclusiones principales que surgieron del debate.

1. La atención médica integrada es fundamental

Todos estuvieron de acuerdo en que el sinhogarismo representa una crisis de salud pública.

Como profesionales del sector, ya sabíamos esto, pero la COVID-19 dejó todavía más claro que, hoy más que nunca, la atención médica integrada es fundamental para ofrecer a las personas sin hogar el apoyo que necesitan. Como reflexión sobre la respuesta de Edmonton, Canadá, Susan McGee, de Homeward Trust, explicó:

“Todos tenemos un papel en el proceso y, en términos de una respuesta sanitaria, realmente […] teníamos que hacer hincapié en la responsabilidad del sistema de salud dentro de nuestros trabajos de planificación”.

Un enfoque integrado eficaz deberá incluir planes de atención personalizados que tengan en cuenta la información aportada por el equipo de salud, los servicios de salud mental y adicciones, los departamentos de vivienda, los servicios sociales, el gobierno y la comunidad, así como por los socios del sector de beneficencia. Michelle Major, de Homeless Network Scotland, en Glasgow, nos dijo:

“A raíz de la importancia de integrar la atención médica con la social, se lograron resultados contundentes en Glasgow. Observamos niveles altos de colaboración, y el sinhogarismo se trató con la urgencia con la se lo debería haber tratado siempre”.

2. Para ofrecer las soluciones adecuadas, necesitamos datos sólidos

La investigación y los datos nos ayudarán a dar respuesta a la crisis actual y a emergencias futuras. Julia Wagner, del Institute of Global Homelessness, sugirió que las organizaciones deberían:

“Recopilar datos desglosados siempre que sea posible, para entender las necesidades y vulnerabilidades de las personas que duermen a la intemperie, contar con información precisa sobre exactamente quiénes no tienen hogar y priorizar las respuestas en función de las necesidades”.

Los datos sólidos permiten que los servicios de primera línea se anticipen a los cambios en las necesidades de vivienda. Susan McGee habló sobre el enfoque que utilizan en Edmonton para los datos:

“[Estamos tratando de] comunicar desde una perspectiva de inversión cuánto más costoso es realizar tareas de asistencia cuando hay una gran cantidad de personas en campamentos, en comparación con cuando se les brinda un alojamiento. Se están llevando a cabo análisis de todo tipo. […] Simplemente, estamos hablando sobre situaciones posibles, para elaborar modelos e intentar entender mejor las consecuencias potenciales de las decisiones que tomemos”.

3. La colaboración y las asociaciones son esenciales

En todo el mundo, la COVID-19 forzó a diferentes sectores —gobiernos locales y nacionales, instituciones de salud pública y ONG — a unirse para brindar protección a personas que no tienen un hogar.

En Sudáfrica, por ejemplo, no hay políticas gubernamentales a nivel nacional o provincial destinadas a tratar el sinhogarismo. Esto estableció un punto de partida extremadamente difícil ante la llegada de la pandemia. Sin embargo, Wayne Renkin, de Tshwane Leadership Foundation, explicó el extraordinario trabajo de colaboración que se está realizando:

“Durante los últimos meses, observamos un nivel de colaboración y asociación sin precedentes, mediante las que se lograron cosas increíbles. En la ciudad de Tshwane, presionamos y logramos organizar un Equipo Oficial de Respuesta al Sinhogarismo ante la COVID-19 […]. Trabajamos en colaboración con iglesias, ONG, residentes y asociaciones vecinales, e instituciones académicas. En total, reunimos a 24 organizaciones e instituciones para trabajar en equipo, solo en nuestra ciudad. Abrimos 25 refugios en unas pocas semanas, a los que pudieron acceder entre 1.500 y 2.000 personas”.

Las colaboraciones fueron cruciales para la respuesta inmediata ante la emergencia, pero también son imperativas para garantizar cambios sostenibles en el largo plazo. Michelle Major nos contó la experiencia en Escocia:

“El colectivo Everyone Home Collective está conformado por 23 ONG de Escocia […] que se reunieron con el fin de crear un marco compartido para la recuperación de la crisis, y para encontrar maneras de presionar al gobierno para garantizar que todos los cambios positivos que logramos generar debido a la pandemia se mantengan activos, en lugar de revertir la situación a la normalidad anterior”.

4. Es imposible que tengamos éxito sin la participación de los gobiernos a través de medidas y financiación

Las respuestas de algunos gobiernos demostraron que, con la financiación y la voluntad políticas correspondientes, es posible terminar con el sinhogarismo en las calles. Patrick Duce, de World Habitat, dijo:

“En cada caso en el que se haya sacado de la calle a una persona sin hogar, se salvó una vida. Pero tenemos que asegurarnos de no retroceder a la situación previa a la pandemia”.

Julia Wagner dio algunos ejemplos:

“En el Reino Unido, el gobierno dispuso más de 100 millones [libras esterlinas]. En Sídney, el gobierno de Nueva Gales del Sur destinó 36 millones [dólares]. En Chicago, asignaron dinero para […] viviendas permanentes para [más de 1.000] personas sin hogar. Fue muy gratificante ver la respuesta política para reducir y, finalmente, terminar con el sinhogarismo en estas ciudades”.

Si bien estas respuestas de emergencia son necesarias y bienvenidas, es imperativo que se haga un seguimiento, con un compromiso a largo plazo para poner fin al sinhogarismo. Pierre Ryckmans, de Infirmiers de Rue, en Bruselas, explicó:

“Pudimos comprobar que, cuando es necesario, los medios aparecen y hay soluciones. Si tenemos los medios y las soluciones, coordinamos los esfuerzos y logramos que todo el mundo trabaje en equipo y de forma efectiva, pero para eso, necesitamos contar con los medios. Seguimos presionando a los políticos para que prolonguen el sistema de alojamientos hoteleros provisorios, por lo menos hasta marzo del año que viene […] para que todos puedan pasar el invierno bajo techo”.

5. Debemos entender las experiencias de las personas que no tienen un hogar y viven en la calle

Si no centramos el diseño de los sistemas y las soluciones en las personas con experiencias de sinhogarismo, no podremos resolverlo. Nuestro comité compartió que durante la pandemia, las personas sin hogar con las que trabajaron demostraron una gran disciplina, autonomía e independencia con relación a la protección y el cuidado, tanto propios como de los demás.

También tenemos que ir más allá de simplemente recopilar datos sólidos y desafiar nuestros propios falsos conceptos para asegurarnos de que el sinhogarismo sea visto como un resultado evitable e inadmisible de un sistema disfuncional. Esto remite al primer punto: el sinhogarismo representa una crisis de salud pública, no a causa de la pandemia, sino a pesar de esta.

Wayne Renkin concluyó:

“La pandemia evidenció con claridad que el sinhogarismo es una de las máximas expresiones de pobreza, injusticia y desigualdad. Puso en destaque al sinhogarismo como una crisis. Es decir que el sinhogarismo no se convirtió en una crisis a causa de la pandemia, sino que representa, en sí mismo, una crisis […]. ¡Este es el momento de actuar!”.

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