En este blog, Ella Hancock, directora de programas de World Habitat, analiza los efectos de las políticas populistas y de derecha en las organizaciones de personas sin hogar. En el reciente Foro FEANTSA en Atenas, sus colegas compartieron cómo la reducción del espacio cívico, el aumento de la retórica antiinmigrante y los recortes en los sistemas de apoyo amenazan su trabajo. Desde las restricciones de financiación en Hungría hasta el retroceso político en Finlandia, el clima político está empeorando. Sin embargo, las alianzas locales y la resiliencia de las bases ofrecen esperanza. Este blog reflexiona sobre la urgente necesidad de solidaridad y defensa de la vivienda como derecho humano.

En una sesión reciente del Foro FEANTSA en Atenas, me impresionó la cantidad de organizaciones en toda Europa que se enfrentan no solo al reto de prestar servicios a personas sin hogar, sino también a la creciente presión de gobiernos de derecha o populistas. Luchan por sobrevivir bajo políticas que restringen, silencian o penalizan su trabajo. Cada vez con más frecuencia, observamos un retroceso hacia la culpabilización de las personas por la falta de vivienda, recortes drásticos en las ayudas sociales y a la vivienda, crecientes obstáculos para obtener financiación externa, especialmente del extranjero, y un discurso antiinmigrante cada vez más contundente que a menudo excluye por completo a las personas migrantes de los servicios y las estadísticas.

Estos desafíos no se limitan a leyes o políticas. Se refieren a un clima político cada vez más sombrío, que oprime a la sociedad civil, socava la defensa independiente y crea opciones imposibles para quienes brindan apoyo. Muchas organizaciones trabajan ahora con el miedo de decir demasiado, sólo para permanecer abiertas.

Hungría

Hungría ha estado bajo un gobierno populista desde 2010. Desde entonces, muchas de las libertades cívicas que antes se daban por sentadas se han visto erosionadas. Uno de nuestros socios de larga data, Asociación De Calles a Hogares, continúa apoyando a las personas sin hogar mientras evita deliberadamente la financiación estatal: al mantenerse independientes, han podido ayudar a quienes, de otro modo, serían ignorados por los fondos gubernamentales. Pero con los recientes... Recortes de la ayuda estadounidense Y con los cambios en el apoyo del ACNUR, incluso este poder limitado para ayudar a los más necesitados está desapareciendo.

Durante nuestra participación en el Foro, se anunció en Hungría una nueva propuesta de ley que impediría a las ONG aceptar fondos extranjeros si critican al gobierno. Esta es la última de una serie de medidas restrictivas. Dormir en la calle es ilegal desde 2018. Aunque rara vez se aplica debido a su coste, la ley sigue vigente: una amenaza tanto para las personas sin hogar como para quienes trabajan con ellas.

Hay una estrategia en juego: dividir el sector. El gobierno invierte en la Iglesia, que ahora recibe el 170 % de la financiación otorgada a las ONG. Esto dificulta que la sociedad civil se exprese con una sola voz.

A pesar de estos desafíos, existen focos de resistencia. Boróka Fehér, de BMSKI, compartió estrategias prácticas para la supervivencia: forjar alianzas locales e internacionales y desarrollar modelos de servicio innovadores.

Finlandia

Finlandia ha sido considerada durante mucho tiempo como el estándar de oro: sus políticas y su compromiso político con Vivienda primero Esto ha significado que, durante la última década, ha sido uno de los pocos países europeos en experimentar una reducción en la situación de las personas sin hogar. Sin embargo, tras dos años bajo un gobierno de derecha, está experimentando un retroceso. La situación de las personas sin hogar está aumentando por primera vez en una década. Los recortes en las prestaciones sociales, el apoyo a las ONG y el lento desmantelamiento del sistema público de vivienda son factores que influyen.

Preocupaciones más amplias en toda Europa

En otros lugares, la historia es similar. Escuchamos sobre Italia, donde más de 430 personas murieron sin hogar en 2024. Muchas de estas muertes se debieron a la vulnerabilidad extrema, no solo al clima. A pesar de un sólido marco basado en derechos construido durante la última década, las estrategias nacionales y el acceso a los fondos de la UE, persisten brechas, en particular en cuanto a la elegibilidad para la asistencia social, leyes de residencia obsoletas y la ausencia de una política nacional de vivienda.

En Bélgica, la sociedad civil se mantiene alerta: el gobierno ha compartido mucha retórica de derecha, pero hasta ahora ha tomado pocas medidas. En Eslovaquia, las ONG denuncian haber sido etiquetadas como "agentes extranjeros", con un aumento de la actuación policial contra las personas sin hogar. En algunos distritos de Bratislava, los desalojos forzosos se llevan a cabo con poca antelación y sin coordinación con los servicios de apoyo.

Un riesgo creciente en entornos más moderados

Quizás lo más preocupante sea cómo se está extendiendo esta lógica política, incluso en países donde aún existen gobiernos centristas o progresistas. Si bien Hungría es quizás el ejemplo más claro, la tendencia general es preocupante. Estamos presenciando un cambio político en algunas partes de Europa, donde el lenguaje de la «responsabilidad personal» está sustituyendo al pensamiento sistémico. La financiación se está reduciendo y, con ella, el espacio para la innovación y el apoyo basado en derechos.

Los partidos populistas están ganando terreno, y con ellos, la idea de que la falta de vivienda es principalmente un defecto personal, no sistémico. Las personas migrantes e indocumentadas son cada vez más percibidas como culpables, indignos o incapaces de recibir apoyo.

Escuchamos a varias organizaciones que trabajan en estos contextos, donde los gobiernos siguen siendo aparentemente favorables, pero las narrativas de oposición moldean la opinión pública y, a su vez, la toma de decisiones a nivel local y nacional. Este efecto intimidatorio es real. Determina a quién se tiene en cuenta, a quién se ayuda y a quién se ignora.

A pesar de estas presiones, aún hay esperanza. Los gobiernos locales de ciudades como Helsinki, Bratislava y Budapest siguen colaborando con ONG en estrategias inclusivas centradas en la vivienda. Muchos utilizan la financiación de la UE y las competencias locales para contrarrestar las narrativas nacionales. Las alianzas, tanto locales como internacionales, son vitales.

Y las organizaciones de personas sin hogar siguen trabajando con dignidad y valentía. Se adaptan, resisten y apoyan a las personas marginadas, incluso cuando su situación se tambalea.

Lo que quedó claro en Atenas es que la situación de las personas sin hogar está cada vez más condicionada por la política, no solo por las políticas públicas. El riesgo es que quienes viven en situación de calle —y quienes trabajan para apoyarlas— se conviertan en daños colaterales en batallas ideológicas más amplias.

Ahora, más que nunca, la solidaridad importa. Es necesario fortalecer las alianzas locales, nacionales e internacionales. Es necesario proteger a la sociedad civil. Porque la falta de vivienda nunca debe utilizarse como arma política.